TOKIO.- La japonesa Tomiko Itooka, reconocida como la persona más anciana del mundo, falleció a los 116 años en una residencia de ancianos en Ashiya, Japón.
Nacida el 23 de mayo de 1908 en Osaka, vivió una vida plena aunque atravesó dos guerras mundiales, pandemias y el auge de tecnologías que transformaron la humanidad.
“La señora Itooka nos dio coraje y esperanza a través de su larga vida. Le damos las gracias por ello”, expresó en un comunicado el alcalde de Ashiya, Ryosuke Takashima, de 27 años.
Según el alcalde Takashima, Tomiko disfrutaba en su vejez de “simples placeres” como comer bananas y beber Calpis, una bebida láctea popular en Japón.
La mujer, que tenía cuatro hijos y cinco nietos, murió el 29 de diciembre en la residencia de ancianos en la que vivía desde 2019.
Tomiko fue declarada como la persona más anciana del mundo tras el deceso de la española María Branyas Morera a los 117 años de edad en agosto de 2024.
Fallece el hombre más viejo del mundo a los 112 años
Apenas un mes antes, el mundo también se despidió de John Alfred Tinniswood, el hombre más anciano reconocido, quien falleció en noviembre a los 112 años.
Tinniswood nació unos meses después del hundimiento del Titanic. Vivió a través de dos guerras mundiales y sirvió en el Cuerpo de Pagos del Ejército Británico durante la Segunda Guerra Mundial.
Obtuvo el récord del hombre más anciano del mundo después de que Juan Vicente Pérez, de Venezuela, falleciera a los 114.
“O vives mucho o vives poco, y no puedes hacer mucho al respecto”, dijo el contador jubilado y bisabuelo a los Guinness World Records cuando obtuvo el título en abril del año pasado.
Es triste saber que una persona que vivió tanto y que enfrentó tantos cambios en el mundo ya no está. Tomiko Itooka fue un símbolo de longevidad y su vida nos recuerda la importancia de valorar cada momento. Sin embargo, también es un recordatorio de lo frágil que es la vida y de cómo muchas veces, las historias de estas personas se centran más en su edad que en sus experiencias y logros. Sería bonito que se hablara más sobre lo que vivieron y enseñaron, no solo de cuántos años tuvieron.