
Monterrey, la capital industrial de México y el estado de Nuevo León, se ha consolidado como el núcleo inquebrantable del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), demostrando una sorprendente inmunidad a la retórica y las amenazas de guerra comercial del expresidente Donald Trump. Lo que fue un foco industrial histórico para México, se ha transformado, en estas tres décadas de libre comercio, en un foco industrial esencial para la economía de Estados Unidos. Empresas operan 24 horas al día, como la que produce gigantescos aires acondicionados para centros de datos de Inteligencia Artificial, con el 100% de su producción destinada a EE. UU. y Canadá.
Monterrey, el Motor de la Nueva Economía Digital
La magnitud de la relación comercial con EE. UU. queda patente en Monterrey. La ciudad alberga 250 parques industriales, una cuarta parte de toda la industria mexicana. Estos parques albergan desde fábricas de autopartes y centros de logística hasta complejos que atienden el futuro digital, como la producción de componentes clave para la Inteligencia Artificial. Javier Llaca, jefe de Fibra Monterrey, una inmobiliaria industrial clave, confirma que la actividad no se detiene. A pesar de las preocupaciones por las políticas comerciales de Trump, su empresa espera una «nueva ola de inversiones» y nearshoring, anticipando que el mercado industrial mexicano podría duplicarse en la próxima década.

El escepticismo de Trump hacia el TMEC, basado en la creencia de que ha lapidado empleos estadounidenses, choca con esta realidad. La pregunta clave es si puede realmente romper una relación comercial tan estructural. Los expertos dudan de su capacidad para desmantelar esta cadena, que ahora es crucial para el crecimiento impulsado por la IA en EE. UU. Como lo dijo Llaca: «El libre comercio tal y como lo conocemos Trump ya lo mató y no va a volver a ser igual, pero eso es muy diferente a romper el vínculo y la conexión que hay entre México y Estados Unidos».
La Tormenta Perfecta del Nearshoring
Para entender la resistencia de Monterrey, es necesario mirar atrás. La guerra comercial de Trump con China (2017-2021) inició la recomposición de las cadenas de suministro globales. Luego, la renovación del TMEC en 2018 integró aún más las economías de Norteamérica. Finalmente, la pandemia de 2020 evidenció la fragilidad de las cadenas de suministro a escala global, impulsando la necesidad de acercar la producción a los destinos de consumo: el nearshoring. Esta combinación de factores fue una «bendición» para México, atrayendo inversiones de todo el mundo, muchas de ellas de origen estadounidense y chino.
Este auge industrial en Monterrey se sostiene por dos razones de peso. La primera es que construir una cadena de suministro tan imbricada como la que se ha tejido en torno a México requiere «años y mucho dinero» para ser desmantelada. La segunda razón es la inviabilidad económica de igualar el costo de operación y mano de obra de México en Estados Unidos. Trasladar millones de puestos de manufactura y operarios a EE. UU. es logísticamente casi imposible en un país donde la demanda de esos puestos supera a la oferta de trabajadores.
Factores Críticos y la Caída en Inversiones Nuevas
A pesar del optimismo general en Monterrey, no todo es un camino de rosas. La Secretaría de Economía reportó que, si bien la inversión extranjera en México aumentó un 10% por cuarto año consecutivo en el primer trimestre de 2025, el porcentaje que corresponde a inversiones nuevas (no de empresas ya establecidas) cayó un preocupante 40%. Además, la inversión nacional, tanto pública como privada, disminuyó un 5%. La demanda de espacio industrial, según la consultora Solili, también ha caído entre 10 y 15% a nivel nacional.
Los especialistas coinciden en que, para mantener su resiliencia, México debe actuar en dos frentes internos cruciales: asegurar que la reciente reforma a la justicia no obstaculice los procesos empresariales (el estado de derecho) y aumentar significativamente la inversión en energía eléctrica e infraestructura. El aparato industrial mexicano ha resistido, pero necesita un entorno de certeza jurídica y logística para sostener el flujo de capital a largo plazo.

