
8 DE DICIEMBRE DEL 2025 – INTERNACIONAL. La desgarradora historia de Sara, una mujer obligada a contraer matrimonio forzado en Pakistán a los 21 años, es el reflejo de una realidad que sufren millones de personas alrededor del mundo. Un matrimonio forzado ocurre cuando uno o ambos contrayentes no dan su consentimiento libre, sino que son obligados a casarse mediante abuso o presión. En el caso de Sara, la promesa de una «vida mejor» en Reino Unido se convirtió en una pesadilla de violencia y esclavitud. Su marido la atacaba y sus suegros la obligaban a realizar trabajos domésticos, aislándola y sometiéndola a amenazas de daño físico.
Cifras Alarmantes y la Sombra de la Esclavitud en los Matrimonios Forzados
Las cifras oficiales sobre los matrimonios forzados son preocupantes, aunque se cree que la incidencia real es mucho mayor. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reportó en 2021 que alrededor de 22 millones de personas estaban atrapadas en un matrimonio forzado a nivel global. En América Latina y el Caribe, Unicef señala que una de cada cinco mujeres se casa o se une informalmente antes de cumplir los 18 años. Sara fue tratada por su familia política como una «sirvienta» y «criada», viéndose obligada a vivir una vida de servidumbre en un país extraño, con el idioma desconocido y completamente aislada de sus afectos.
La situación de Sara se agravó al llegar a Reino Unido en 2022, cuando su marido intensificó su comportamiento controlador y violento. Recuerda que le impedían salir de casa, advirtiéndole falsamente que sería violada o asesinada por británicos si abandonaba el hogar conyugal sola. La violencia física era una constante: su marido la empujaba, la pateaba y, en un incidente aterrador, la sujetó del cuello y la golpeó en la cabeza, mientras su suegra la regañaba por no haber permanecido callada.
El aislamiento fue una táctica crucial de abuso: la familia de su marido llegó a desconectar el wifi de su teléfono, impidiéndole contactar a sus amigos o familiares. Fue precisamente cuando Sara, asustada, preguntó sobre la conexión a internet cuando el abuso escaló, llevándola a temer por su vida. Temblorosa y con la cara hinchada tras la agresión, Sara encontró la fuerza para llamar a la policía a las seis de la mañana.
A pesar de que su marido fue arrestado, Sara decidió no presentar cargos por temor a las represalias contra su familia en Pakistán. Finalmente, la mujer logró divorciarse en julio del año pasado. Sara se negó a regresar a su país de origen porque las mujeres divorciadas sufren un fuerte estigma y corren el riesgo de ser obligadas a contraer otro matrimonio forzado. Ahora, Sara tiene residencia permanente en Reino Unido, aprende inglés y reconstruye su vida, e insta a otros a detener esta práctica, pues «le estás arruinando la vida a la otra persona».

El Desafío de Medir el Problema: Reino Unido Busca Cifras Reales de Matrimonios Forzados
Aunque el matrimonio forzado fue ilegalizado en Reino Unido en 2014, con penas de hasta siete años de prisión, la tasa de condenas (16 de 30 procesos legales el año pasado) no refleja la verdadera magnitud del problema, según organizaciones benéficas. Entidades como Karma Nirvana, una línea de ayuda, recibieron 624 llamadas el año pasado, casi el triple de los casos reportados por la Unidad de Matrimonios Forzados del Ministerio del Interior británico.
Para abordar esta disparidad, el Ministerio del Interior anunció la puesta en marcha de un estudio de prevalencia, en colaboración con las Universidades de Nottingham y Birmingham, para medir la extensión real del matrimonio forzado en Inglaterra y Gales. La profesora Helen McCabe, de la Universidad de Nottingham, destaca la necesidad urgente de estos datos para poder determinar si la policía, la Fiscalía u otras entidades deben cambiar sus prácticas. El estudio, que también analizará la mutilación genital femenina, busca ayudar al gobierno a comprender la magnitud del problema y asignar los recursos necesarios para combatirlo eficazmente.
La Diferencia Legal y Ética con los Matrimonios Arreglados






