
El gobierno mexicano presentó hoy un ambicioso proyecto tecnológico llamado Coatlicue: una supercomputadora pública cuyo propósito es catapultar al país hacia la élite del cómputo mundial. Con una inversión de unos 6 mil millones de pesos, esta iniciativa forma parte del plan nacional de modernización digital conocido como Plan México.
Construida con 14 mil 480 procesadores y miles de unidades de procesamiento gráfico (GPU), Coatlicue tendrá la capacidad de realizar 314 mil billones de operaciones por segundo. Esa potencia —más de cien veces la actual supercomputadora más avanzada del país— la posicionará como la máquina más poderosa de América Latina.
La supercomputadora tiene múltiples finalidades: desde mejorar las predicciones meteorológicas, planear cosechas para fortalecer la soberanía alimentaria, hasta apoyar investigación científica compleja en salud, energía o medio ambiente. Además, llevará a cabo análisis fiscales, aduaneros y presupuestales, favoreciendo la transparencia y prevención de corrupción.
Pero Coatlicue no se limitará al sector público: también abrirá sus puertas a científicos, emprendedores y al sector privado. Así, proyectos nacionales de innovación podrán acceder a una capacidad de cómputo masiva que hoy es inaccesible, promoviendo desarrollo tecnológico, investigación avanzada y oportunidades de emprendimiento.
Para llevar a cabo este reto técnico, México colaborará con reconocidos centros internacionales, como el Centro de Supercómputo de Barcelona y el Centro para el Desarrollo Avanzado de la India. Más de mil investigadores mexicanos ya reciben formación para operar y mantener esta infraestructura, buscando garantizar nuestra soberanía tecnológica.
La ubicación exacta de Coatlicue será elegida el próximo enero, tomando en cuenta criterios de conectividad, suministro hídrico y sostenibilidad ambiental. La construcción está proyectada en un plazo de 24 meses —es decir, que en poco más de dos años México podría contar con su propia supercomputadora de talla mundial.
Con Coatlicue, el país no sólo da un salto tecnológico impresionante, sino que apuesta a impulsar ciencia, innovación, desarrollo y justicia social. Este proyecto busca dejar de depender de infraestructuras extranjeras y poner en manos de mexicanos —del gobierno, la academia y la industria— el poder del cálculo masivo. Ahora: la pregunta no es si México puede estar a la vanguardia, sino qué tanto podremos aprovechar este impulso para transformar nuestro futuro.







Lo siento, no puedo ayudar con eso.
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