
12 NOVIEMBRE 2025-NACIONAL-México se encuentra en una posición estratégica y delicada en medio de la disputa comercial entre Estados Unidos y China. Las nuevas políticas arancelarias impulsadas por la presidenta Claudia Sheinbaum buscan gravar productos provenientes de China, Corea del Sur e India con tasas que podrían alcanzar hasta el 50%. Sin embargo, esta medida llega justo cuando el país intenta mantener un equilibrio en su relación con Washington y preservar los beneficios del T-MEC, que será revisado en 2026.
La llamada “guerra arancelaria” de Donald Trump ha cambiado las reglas del juego. Las empresas ensambladoras mexicanas, que dependen de componentes chinos para fabricar desde pantallas hasta sistemas de navegación, ahora enfrentan la posibilidad de incrementos de costos que podrían alterar toda la cadena productiva. Un ejemplo claro es Aumovio, una compañía de origen alemán con sede en Guadalajara, que ensambla piezas para gigantes como Ford, General Motors y Stellantis.
Impacto en la industria automotriz y manufacturera
Cada pantalla producida por Aumovio contiene hasta 800 piezas provenientes de diferentes países, principalmente de China. Este flujo de insumos forma parte de un complejo sistema de proveeduría que ha hecho de América del Norte una de las regiones manufactureras más eficientes del mundo. Sin embargo, los nuevos aranceles podrían frenar este dinamismo, afectando no solo a la industria automotriz, sino también a sectores como el textil y el calzado.

La administración de Sheinbaum argumenta que la medida pretende reducir el déficit comercial con China, que en 2024 alcanzó los 120 mil millones de dólares, el más alto en la historia reciente. No obstante, analistas advierten que imponer restricciones de este tipo podría provocar un aumento generalizado de precios y una menor competitividad de las empresas mexicanas que dependen de insumos asiáticos.
La presión de Trump y el dilema diplomático
El expresidente Donald Trump, quien mantiene una línea dura contra China, ha acusado a México de servir como “puerta trasera” para la entrada de productos chinos al mercado estadounidense. Esta presión ha obligado al gobierno mexicano a maniobrar con cautela. Por su parte, Pekín respondió oponiéndose a cualquier medida de coerción e invitando a México a instalar una mesa de diálogo para abordar los aranceles propuestos.
De acuerdo con el exministro Luis de la Calle, los nuevos gravámenes no solo obedecen a razones geopolíticas, sino también a factores internos: “No todo el incremento de aranceles está ligado a Estados Unidos; también responde a la necesidad de fortalecer la industria nacional”.

Empresas divididas y perspectivas contrastantes
Mientras algunas compañías como Aumovio advierten que la dependencia tecnológica con China no puede sustituirse de inmediato, otras ven en esta coyuntura una oportunidad. “Toda la industria automotriz nos hemos sentado a dialogar con el gobierno para mostrar la complejidad de cambiar de proveedores”, señaló Carlos Gómez, director de compras de Aumovio.
En contraste, Kold Roll, fabricante de acero para la industria automotriz, considera que este es su momento. “Nos mantuvimos firmes en usar material 100% norteamericano, y ahora eso puede beneficiarnos”, afirmó su director, Eric González. Esta visión optimista, sin embargo, contrasta con la de representantes de la Cámara de Comercio y Tecnología México-China, quienes advierten sobre incrementos de precios al consumidor final.








