
21 JULIO 2025- INTERNACIONAL- Las Fuerzas Armadas de Malí anunciaron que al menos 70 supuestos terroristas murieron durante una serie de bombardeos recientes en diferentes regiones del país. Las operaciones se llevaron a cabo en puntos estratégicos, con el objetivo de debilitar las capacidades logísticas y de entrenamiento de grupos armados que operan en zonas de difícil acceso. Aunque las autoridades no identificaron a los grupos atacados, se presume que estarían relacionados con organizaciones extremistas activas en el Sahel.
Los bombardeos forman parte de una ofensiva militar más amplia que el gobierno de Malí ha puesto en marcha para recuperar el control de territorios dominados por insurgencias desde hace más de una década. Las autoridades señalaron que también se destruyeron dos instalaciones clave utilizadas como centros logísticos y campos de entrenamiento. Esta acción busca cortar el suministro de recursos y frenar el reclutamiento de nuevos combatientes.

En los últimos años, el país africano ha enfrentado una creciente amenaza por parte de milicias islamistas vinculadas a Al Qaeda y al Estado Islámico. Estas organizaciones han aprovechado la debilidad institucional y los conflictos internos para expandirse en regiones fronterizas. La respuesta militar se ha intensificado especialmente desde que el gobierno maliense rompió relaciones con fuerzas extranjeras y asumió un enfoque más autónomo frente a la insurgencia.
Organismos internacionales han expresado preocupación por la escalada de violencia y por la posibilidad de víctimas civiles durante estas operaciones. Sin embargo, el ejército maliense asegura que los ataques fueron dirigidos con precisión y que se utilizaron herramientas de reconocimiento para evitar daños colaterales. El número exacto de víctimas podría aumentar, ya que algunas zonas afectadas siguen sin acceso inmediato para realizar evaluaciones completas.

Es relevante mencionar que estas ofensivas también responden a una creciente presión interna. El actual gobierno de transición ha enfrentado protestas sociales y críticas por su manejo de la seguridad, por lo que la intensificación de las acciones militares también busca reforzar la percepción de control estatal ante la ciudadanía. Además, según reportes de inteligencia, se teme que los grupos extremistas estén aumentando su cooperación y sofisticación táctica, lo cual explicaría el énfasis en atacar centros de entrenamiento.
El conflicto en Malí no es aislado, sino parte de una crisis regional que afecta a varios países del Sahel. La falta de coordinación entre los gobiernos vecinos, la pobreza extrema y la inestabilidad política alimentan un ciclo de violencia que difícilmente se resolverá solo con bombardeos. Expertos en seguridad internacional han llamado a complementar las acciones militares con programas de desarrollo, diálogo local y fortalecimiento de instituciones civiles para lograr una solución sostenible en el largo plazo.
