Por Jaime Guerrero Vázquez, publicado originalmente en El Economista
Carmen Aristegui, Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret de Mola y Sergio Sarmiento no existen con vida propia. Son esbirros, simples marionetas del verdadero poder, el de los concesionarios. Esto lo afirmó, por segunda vez en menos de una semana, el presidente López (DR para Gil Gamés). Aunque no mencionó a Joaquín López-Dóriga, José Cárdenas y otros, hay que suponer que tienen las mismas condiciones que los anteriores. Siguiendo la lógica (es un decir) del mandatario, habría que suponer que Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, a los que siempre propone como jefes de cuadrilla pseudointelectual, poseen un grado más alto, pero estarían en las mismas condiciones: no existen realmente.
El mensaje es claro: AMLO no pudo convencer ni doblegar a todos los periodistas, columnistas y analistas críticos. El mandatario no está equipado para sostener una polémica con ninguno de ellos; entonces, eleva la mira y apunta a los dueños de esos medios, los exhibe como si fueran empresarios deshonestos y parece dejarlo ahí, pero la realidad es que el mensaje ha sido recibido: o sujetan a los fustigadores o se atienen a las consecuencias.
Es una amenaza velada y ejemplos de esas consecuencias hay muchos, los más recientes fueron la divulgación de transacciones bancarias de jueces que no han dictado sentencias de acuerdo con los deseos del gobierno, la exhibición de un caso en manos del ministro Luis María Aguilar y las denuncias legales contra Xóchitl Gálvez. Tal vez el presidente López no quitará las concesiones y expropiará los medios como lo hicieron Chávez y Maduro, pero tiene armas más sutiles y efectivas como el SAT o la FGR. No le importará saltarse las leyes para lograr sus deseos.
Es cierto que los concesionarios son poderosos caballeros y damas con muchos recursos, pero no son intocables. El viejo sistema de control priista estaba oxidado, pero no muerto. López Obrador lo rehabilitó y lo está usando para llevar a cabo sus ocurrencias. Adicionalmente, muchos de esos grandes empresarios lograron contratos y fortunas cuantiosas al amparo del viejo poder, fuera tricolor, azul o amarillo. Tienen muchos puntos vulnerables y la verdad en general prefieren doblegarse ante el poder, como lo han hecho en el pasado, que pelearse en desventaja. ¿Para qué jalarle los bigotes al tigre?
AMLO señaló en la mañanera del 23 de agosto que hay una candidata elegida por la oligarquía. Tiene razón, pero esa candidata no es Xóchitl Gálvez, es Claudia Sheinbaum, quien hace unos días se reunió con integrantes del Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Es conocido que este organismo cupular está integrado por Concamin, Concanaco, Coparmex, AMIS, CMN, CNA, ABM y muchas otras siglas que conjuntan a las personas más ricas del país. ¿Para qué expropiar? Si hay obediencia, hay negocios jugosos.
Ignoro si la presión contra los concesionarios hará que estos, a su vez, traten de obligar a los periodistas, articulistas, columnistas, analistas a bajarle al tono de sus críticas. Tengo la impresión, como asiduo consumidor de noticias, que algunos medios hace tiempo que empezaron a volverse más suaves, menos críticos con el gobierno. Empezaron a bajar la voz ante lo que está sucediendo en materia de salud, seguridad, educación, medio ambiente, derechos humanos, minorías, etc.
Si esto es cierto y los concesionarios están presionando en ese sentido, tengo una noticia que darles: no servirá. Los autoritarios no están contentos hasta la sumisión total. AMLO seguirá llamándolos medios de manipulación, aliados de la oligarquía, simplemente porque su discurso necesita alimentarse de enemigos, reales o ficticios. Espero que algunos concesionarios y dueños de medios resistan el chantaje autoritario y sean espacio de crítica.
Fuera de las grandes ciudades, los medios sufren el doble acoso de autoridades corruptas y el crimen organizado. Ambos actores exigen de los medios del interior de la república lo mismo que el presidente: silencio y lealtad. Los asesinatos y las amenazas están a la orden del día. En este ambiente, no olvidemos que México es el país sin guerra más peligroso para ejercer el periodismo.
¿Dije sin guerra? No sé en qué estaba pensando, pero me corrijo: 110 mil desaparecidos desde 1966 hasta la fecha, 43 mil en este sexenio; 153 mil jóvenes de entre 15 y 29 años asesinados entre 2006 y 2023, la tercera parte en este sexenio; 800 mil muertes por la pandemia debido al mal manejo del gobierno; 10 feminicidios al día. ¿No son estas cifras el parte de una guerra no declarada, pero efectiva
Más allá de que nos identifiquemos con ellos o no, que no se callen los Carlos, los Joaquines, los Ciros, los Pepes, los Luises, las Carmenes, las Teresas, los medios grandes y chicos, tradicionales o no, porque si se callan, entonces sí, el silencio sería ensordecedor.
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