“Un presidente que lee el teléfono de una periodista que le incomoda, no es un demócrata. Es un hostigador”, comentaba la escritora Alma Delia Murillo en sus redes sociales. La guionista se refiere a un instante crítico; un minuto en el que AMLO decidió doxxear a una investigadora desde el principal micrófono de Palacio Nacional.
En referencia a un reportaje del New York Times que lo vincula con sobornos del Cartel de Sinaloa en el 2018 (del que ACÁ les contamos todos los detalles), el presidente de México optó por acosar personalmente a la prensa.
Cuando AMLO lee el teléfono de una periodista incómoda
Todo sucedió en la conferencia de Palacio Nacional del 22 de febrero.
El presidente estaba respondiendo a una solicitud de información de la prensa cuando, con la proyección en la pantalla completa y frente a una audiencia de miles en YouTube, decidió leer el número de teléfono de Natalie Kitroeff, corresponsal del New York Times.
Dígito a dígito, con micrófono en mano, AMLO hizo público el número de contacto de una periodista incómoda. Eso, en el mundo digital es conocido como doxxear.
Los peligros de Doxxear en México
Doxxear o Doxxing es una práctica bastante conocida de intimidación.
Es bastante simple: consiste en conseguir información privada o datos personales de una persona y publicarlos, sin consentimiento, con la intención de exponer o evidenciar a su víctima. Normalmente, alguien que ha sido “doxxeado” sufre un ambiente de acoso o amenaza.
La información puede incluir nombre completo, dirección, número de teléfono o datos financieros, laborales o clínicos.
Si sirve de curiosidad informática, el nombre de doxxear proviene de la jerga hacker de los años 90 en la que “dox” era una forma de referirse a “documentos privados”.
Pero volviendo al tema del preocupante caso en México: en el momento en que AMLO compartió el teléfono de la periodista Natalie Kitroeff del New York Times, la investigadora comenzó a recibir acoso en las redes sociales —o fue compartido en canales de YouTube.
“Para que le manden un privado”, decía una cuenta de Twitter que, aseguraba, la periodista es una “ucraniana judía”.
“Esta es la cara y el teléfono de la mentirosa”, comentaba otra cuenta que está haciendo imágenes con el número de la corresponsal y su fotografía. El nombre de la periodista aparece en Google Trends como uno de los términos más buscados de la política en México.
Horas antes de que se publicara el reportaje del New York Times, la periodista que AMLO decidió doxxear ya estaba siendo hostigada en redes sociales.
Kitroeff —quien, además de política, investiga el crimen organizado en México, Latinoamérica o el Caribe— no ha dicho nada sobre la decisión de AMLO de leer su número telefónico en la conferencia mañanera. Únicamente compartió la postura del medio estadounidense.
“Es una táctica preocupante e inaceptable por parte de un líder mundial en un momento en que las amenazas contra los periodistas van en aumento”
New York Times, sobre la decisión de AMLO de doxxear a una de sus periodistas.
Después de que AMLO decidiera doxxear a la periodista, se ha discutido la ilegalidad de este movimiento.
Aunque doxxear se encuentra en un área gris —en México es complicado definir en piedra qué es información de interés público y cuáles son datos protegidos— el INAI está comenzando una investigación sobre el presidente; quieren saber si rompió la Ley General de Protección de Datos Personales.
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