
La Ciudad de México es preciosa, a lo largo de sus barrios encontramos quizá algunos de los edificios más hermosos del mundo, no obstante, entre las joyas existen algunas obras cuya estética es cuestionable. Y aunque en gustos se rompen géneros, vale la pena hacer un recorrido por esos diseños que no encajan en el paisaje urbano y destacan más bien por ser exóticos, por no decir feos.

Hablamos de un grupo de construcciones que no sólo difieren de los cánones tradicionales, sino que son verdaderos caprichos de uno o más individuos, que, en su afán de innovar, imponen su manera de ver las cosas o sus gustos estéticos a los demás. Porque habría que preguntarse: ¿las fachadas son de los dueños de los inmuebles o son un bien común?
Aunque no hay respuestas fáciles a esta interrogante, de lo que sí podemos estar seguros es que la Ciudad de México cuenta con una arquitectura ecléctica que expresa la riqueza cultural de nuestro país. Desde las edificaciones prehispánicas, pasando por las casonas coloniales, hasta las fachadas modernistas que podemos ver en la UNAM o en el Museo de Arte Moderno, la capital es casi un compendio de estilos y formas de diseñar.

Con esto en mente, podemos concluir que nada está dicho. Y aunque en el presente algunas construcciones nos parezcan exóticas o hasta horribles, en el futuro, podrían ser consideradas como maravillas e incluso volverse emblemas de la ciudad.
¿Cuáles son los parámetros para saber qué es bonito y qué es feo en la arquitectura
Lo primero que debemos decir es que el diseño de cualquier inmueble es una tarea por demás difícil y demandante que involucra decenas de decisiones, cientos de trabajadores y kilos y kilos de materiales.
Por si esto fuera poco, casi todos los arquitectos, vengan de donde vengan, quieren dejar en el paisaje urbano algo único, que exprese su creatividad y su originalidad. Esto hace que la tarea se vuelva aún más difícil.

En ese sentido, es algo insensible asegurar que algo es simplemente feo; no obstante, existen algunos parámetros que nos pueden servir para abordar una obra arquitectónica.
Por ejemplo, los egipcios decían que en cada construcción debería de tener un equilibrio armónico. Por su parte, para los griegos, el uso de las columnas era esencial, mientras que para los babilónicos todo dependía de los paisajes exteriores. En los sesenta, las construcciones sólo tenían sentido si eran funcionales, y así podemos detenernos en todas las épocas.
Cinco edificios exóticos de la Ciudad de México
En conclusión, cada tiempo tiene diferentes preceptos de la belleza,y en ese sentido, nuestra lista de edificios raros en la CDMX no es más que una fotografía del presente que puede cambiar en los años que están por venir.
Pyramid Center
Entre la avenida del Río Churubusco se asoma una estructura triangular, que recuerda una pirámide. Forrada de vidrios tornasol que con el paso de los años se han hecho cada vez más opacos, la edificación parace una oda al abandono y a la falta de mantenimiento.

La Torre Blanca
En alguna cuadra de la Colonia Nápoles, hay una columna blanca que descaradamente trata de imitar, con metal, las torres medievales europeas hechas de piedra. Para muchos, este edificio de oficinas es desconcertante y es que su diseño deambula entre la vanguardia y lo clásico.

La Torre Insignia
Diseñado por Mario Pani en los años sesenta, este edificio siempre ha sido controvertido. En un principio, por ser uno de los más altos de la capital y después porque su estructura triangular cuenta con la misma cantidad de seguidores que de detractores.

El Edificio Celanese
Entre la alcaldía Álvaro Obregón, hay un edificio de oficinas que desafía directamente a la gravedad. Se trata de nueve pisos contenidos sólo por un pilar central, hecho de concreto y acero. A simple vista pareciera que esta construcción de 1968 está suspendida en el aire.

Torres Arcos Bosques
Entre los rascacielos de Santa Fe hay uno que nos recuerda a un pantalón y junto tiene un gemelo extraño, con dos torres unidas por una amplia estructura rectangular. Aunque la fachada de este despierta suspicacias, este es el cuarto edificio más grande de la capital mexicana y su diseño es inteligente, por lo que cuenta con elevadores automáticos y es totalmente ecológico.
