
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, cuestionó abiertamente el papel de Reino Unido en el fallido intento de secuestro de un avión de combate ruso MiG-31, calificando el episodio como un escándalo difícil de justificar para Londres. “No sé cómo los británicos se quitarán esto de encima”, afirmó el canciller, aludiendo a la supuesta participación de agentes británicos junto con la inteligencia ucraniana en la operación frustrada.
Lavrov señaló que el Reino Unido ya no posee el poder económico ni militar de otras épocas, e insinuó que su implicación en este tipo de maniobras podría ser una forma de “compensar sus debilidades estratégicas”, especialmente en el ámbito nuclear.
El Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) aseguró haber frustrado una operación conjunta entre Kiev y Londres destinada a secuestrar un MiG-31 armado con un misil hipersónico Kinzhal, uno de los más avanzados del arsenal ruso.
Según las autoridades rusas, el plan contemplaba llevar el caza fuera del país y trasladarlo hasta la base aérea de Constanza, en Rumanía, una de las instalaciones más importantes de la OTAN en el sureste de Europa, donde la aeronave sería derribada para simular un ataque.
El supuesto objetivo de la operación, de acuerdo con Moscú, era crear una provocación internacional que involucrara a la alianza atlántica y desestabilizara aún más el conflicto en curso.








