
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, lanzó este martes una dura crítica contra Estados Unidos, afirmando que el país norteamericano debería enfocar sus esfuerzos en combatir el narcotráfico dentro de Europa, en lugar de hostigar a Venezuela. “En lugar de ocuparse de Nigeria o Venezuela en la lucha contra las drogas, y de paso apoderarse de sus yacimientos petroleros, probablemente a Estados Unidos le sería más conveniente combatir este fenómeno en Bélgica”, declaró el canciller ruso en conferencia de prensa.
Lavrov hizo referencia a recientes informes que señalan la expansión del narcotráfico en Bélgica, donde los cárteles han infiltrado amplios sectores del Estado y de la administración pública. “Más aún, allí ya hay tropas estadounidenses y otras. No será necesario perseguir barquitos con tres personas a bordo”, ironizó el funcionario, aludiendo a las operaciones navales estadounidenses en el mar Caribe bajo el pretexto de combatir el tráfico de drogas.
El diplomático ruso advirtió además que la estrategia de Washington hacia Venezuela no traerá consecuencias positivas. “La línea que la Administración Trump ha elegido respecto al país bolivariano no conducirá a nada bueno. No mejorará la reputación de Estados Unidos ante la comunidad internacional”, subrayó Lavrov, calificando la política estadounidense como una “campaña de presión militar y psicológica”.
En agosto, Estados Unidos desplegó buques de guerra, aviones de combate, un submarino y tropas frente a las costas venezolanas, alegando combatir el narcotráfico. Desde entonces, las fuerzas estadounidenses han realizado bombardeos contra embarcaciones en el Caribe y el Pacífico, causando decenas de muertes. Caracas ha calificado estas acciones como una agresión que busca justificar una intervención y apropiarse de los recursos naturales del país.
Las declaraciones de Lavrov coinciden con el pronunciamiento del representante ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, quien denunció que las operaciones estadounidenses en el Caribe constituyen una “campaña descarada de presión política y militar” contra un Estado soberano. En la misma línea, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, condenó los ataques sobre pequeñas embarcaciones, que dejaron más de 60 víctimas fatales.








