Nosferatu es uno de los personajes más icónicos en la historia del cine. Llevarlo a la pantalla grande en la década de los 20, no sólo estableció las bases del género de horror, sino que mostró las posibilidades de cada uno de los componentes que construyen el cine, destacando la fotografía y el diseño de producción.
Además, Nosferatu convirtió a los vampiros en una figura de la cultura popular. Con esto no queremos decir que la novela de Drácula de Bram Stoker, publicada 1897, no sea importante. Finalmente, esta obra, como parte de la literatura universal, fue la que permeó de vampiros nuestro imaginario.
Pero Nosferatu, como una adaptación con diferencias notables respecto a la novela, fue quien nos mostró el horror del vampiro en sí mismo. No algo glamuroso o erótico, sino como algo aterrador, dando paso a la construcción de un nuevo imaginario cargado de “monstruos”.
Por eso no es de extrañarse que desde esa primera cinta en 1922 de F. W. Murnau, otros grandes directores hayan retomado esa historia en particular (no la de Drácula) para presentarla a nuevas audiencias, como en el caso de Werner Herzog en 1979 y Robert Eggers en 2024.
¿Pero cuál es la diferencia entre cada una de estas producciones del Nosferatu?
¿De qué trata Nosferatu?
Nosferatu nos lleva a un poblado europeo en donde vive Thomas, un agente inmobiliario recién casado con Ellen. Para mejorar su situación económica, Thomas accede a la petición de su jefe, Knock, de revisar la compra de una vivienda abandonada en el pueblo por parte de un conde que vive en los Cárpatos.
Para esto, Thomas debe viajar hacia la residencia del conde Orlok, el comprador. Antes de llegar al castillo, los pobladores cercanos le advierten de los peligros del lugar. Pero Thomas insiste en completar el viaje, y a su llegada, entre situaciones extrañas, descubre que Orlok es un vampiro.
Pero es demasiado tarde. Orlok muerde a Thomas, y cuando se encuentra más “enfermo”, el conde viaja en un barco al pueblo de Thomas. A su llegada, y con ayuda de su sirviente Knock, el vampiro busca a Ellen para beber de su sangre sin saber que este podría ser su fin.
Nosferatu: Una sinfonía del horror (1922)
Friedrich Wilhelm Murnau
La productora Prana Film nunca llegó a un acuerdo para realizar la adaptación fílmica de Drácula de Stoker. Pero aún así, tomó la novela, hizo algunos cambios en los nombres, escenarios y situaciones, y creó Nosferatu de la mano de F. W. Murnau dentro del expresionismo alemán.
La esposa de Stoker se enojó, y demandó al estudio, por lo cual se destruyeron un montón de copias de Nosferatu que había… pero no todas. Y finalmente, en 1922, se estrenó la película, protagonizada por Max Schreck, Greta Schröder, Gustav von Wangenheim y Alexander Granach.
Nosferatu es la primera adaptación de Drácula, marcando las diferencias entre el vampiro que convirtieron en cliché y el vampiro que nos aterra: aquí no fue humano, es más cercano a un animal. Es un monstruo.
Un monstruo que “vive” entre las sombras, y así es como se cuenta esta historia. Y aquí radica el horror y el porqué es una de las películas más importantes en la historia del cine. El Nosferatu de Murnau no funciona para espantar a las audiencias, sino para perseguirlas, permanecer como la sombra que es.
La imagen misma del Nosferatu, como decíamos, no pudo ser humana antes ni lo será después. No hay nada que nos acerque a él. Es un ente maldito, ávido de sangre, obsesionado con la vida de los demás. Y no es que pretenda robarlas, sino que quiere experimentarlas por última vez.
Sobra hablar de cómo el director construyó la atmósfera de la película valiéndose de las características del expresionismo alemán. Y además, en el silencio obligatorio de la época, no puede haber nada más aterrador que Nosferatu.
Nosferatu, el vampiro (1979)
Werner Herzog
En 1979, Werner Herzog realizó un remake de Nosferatu basado en la película de 1922, la cual es considerada por el director como la más grande película alemana de todos los tiempos. Para eso, reunió en su elenco a su gran colaborador Klaus Kinski, Isabelle Adjani, Bruno Ganz y Roland Topor.
Las diferencias obvias entre esta producción y la primera, es la evolución misma del cine entre el color y el sonido. Pero el Nosferatu de Herzog va más allá, y a pesar de contar la misma historia, cambia el perfil del vampiro y la atmósfera al retomar no sólo la película del 22, sino la novela de Stoker.
Ahora, Nosferatu es más cercano a Drácula, pero no por ese elemento sexual inherente al personaje de la novela, sino a su forma. El Nosferatu de Herzog está maldito, y él lo sabe. Este personaje se mantiene en el medio del Drácula original y el primer Nosferatu, lo que lo convierte en un personaje que se acerca más a la realidad que la fantasía.
Sin embargo, en contraste, y parte de la genialidad de esta películas, es que el director alemán no conserva el misterio, sino que lo muestra todo en un escenario completamente iluminado, que a su vez, respeta la primera idea: la historia se cuenta, también, con las sombras.
Los colores que Herzog imprime en su película y en su historia, nos permite quedarnos en la fantasía; es decir, que todo se percibe como si fuera una pesadilla de Hellen/Mina.
Nosferatu (2024)
Robert Eggers
La versión de Nosferatu de Herzog con Kinski, es considerada por muchos como una de las mejores adaptaciones de Drácula, y por ende, una de las mejores películas de vampiros.
Pero eso no detuvo a Robert Eggers, conocido por sus películas de The VVITCH, The Lighthouse y The Northman, de elegir como su próximo proyecto una nueva versión de Nosferatu protagonizada por Bill Skarsgård, Lily-Rose Depp, Nicholas Hoult y Simon McBurney.
Y el resultado es magistral, sobre todo en aquello que hizo de la primera película del Nosferatu, una joya: la atmósfera. Eggers es un maestro para construir escenarios cargados de símbolos asociados a la época, y por ende, a la historia. Y Nosferatu no es la excepción.
Eso quiere decir que el diseño de producción, vestuario y la fotografía, son impecables. En serio son impresionantes. Pero lo más interesante está en la construcción del personaje principal, el cual, en apariencia física se asemeja a un cadáver putrefacto.
Sin embargo, esta no es la mayor diferencia con las otras versiones. Lo distinguimos ahora porque no como un monstruo o un ser maldito, sino como la encarnación del mal. Nosferatu es la maldad en sí misma.
Y para esto representar esto, no sólo está la interpretación de Skarsgård, sino la de Depp como Ellen. Es en ella en donde se refleja la perversidad del vampiro. Su actuación, nomás como nota, nos recuerda mucho a lo que hizo la misma Isabelle Adjani en Possession de 1981 de Andrzej Żuławski.
En otras palabras, la manifestación de Orlok también se ve en Ellen. Y eso es algo completamente nuevo dentro del universo de Nosferatu en la pantalla grande.