26 DE SEPTIEMBRE DEL 2025 – INTERNACIONAL. En el ámbito de la diplomacia internacional, Panamá se ha convertido en la excepción más notoria de América Latina. En un momento en que la gran mayoría de los países de la región han reconocido al Estado Palestino, y otras naciones como Reino Unido, Australia, Canadá y Portugal han avanzado en esa dirección, el gobierno panameño se mantiene firme en una postura contraria. Tras la reciente adhesión de México a la solución de dos Estados, Panamá, bajo la administración de José Raúl Mulino, es ahora el único país latinoamericano que no ha otorgado el reconocimiento al Estado palestino. Esta singular posición en la política exterior panameña tiene profundas raíces históricas, comerciales y diplomáticas.
Raíces Históricas y Apoyo a Israel
Las razones de esta postura panameña se remontan a la creación del Estado de Israel en 1948. Panamá fue uno de los primeros países en reconocer al nuevo Estado judío y en apoyar su ingreso como miembro de pleno derecho a las Naciones Unidas. Este apoyo inicial no fue meramente simbólico, ya que, según la Embajada de Israel en Panamá, el país centroamericano contribuyó de manera «histórica» al nacimiento de la Fuerza Aérea Israelí. Mediante operaciones clandestinas, 13 aviones fueron trasladados desde Estados Unidos a Panamá y registrados a nombre de una empresa, Panama Airlines, creada únicamente para ese fin, y el primer avión llegó a Israel en junio de 1948. Este nivel de colaboración subraya un alineamiento que, según expertos, es una parte importante de la identidad panameña.
Este apoyo se ha mantenido constante a lo largo de las décadas, consolidando una profunda relación que se extiende más allá de lo militar. Evan Ellis, investigador especializado en América Latina, señala que el alineamiento y apoyo a Israel siempre ha sido una parte importante de la identidad panameña, a pesar de que Panamá alberga una comunidad libanesa y siria de gran relevancia económica. La conexión es tan estrecha que Panamá no solo no reconoce al Estado de Palestina, sino que tampoco mantiene ninguna relación oficial con la Autoridad Palestina. Esta postura queda evidenciada en sus votaciones históricas dentro de la ONU.
La Postura de Voto en la ONU
La firmeza de la posición panameña ha sido palpable en el seno de Naciones Unidas. En 2012, Panamá fue la única nación de América Latina que votó en contra de otorgar a los palestinos el estatus de «Estado observador no miembro» de la ONU. Aunque la resolución se aprobó con una abrumadora mayoría de 138 votos a favor, el voto en contra de Panamá fue un claro indicativo de su apoyo inquebrantable a Israel. En ese momento, el entonces embajador panameño ante la ONU, Pablo Antonio Thalassinós, confirmó que su gobierno siempre había apoyado al Estado judío. Este patrón de votación subraya que la no-adhesión al reconocimiento del Estado palestino es una política de Estado sostenida en el tiempo.
La influencia de la comunidad judía también juega un papel relevante. Panamá alberga una de las poblaciones judías más grandes de Centroamérica, estimada en unos 15.000 miembros, y ha tenido dos presidentes con ascendencia judía en el siglo XX, como Max Delvalle Maduro y Eric Arturo Delvalle Cohen-Henríquez. El actual alcalde de la Ciudad de Panamá también es judío. Además, en julio de 2023, el gobierno panameño adoptó oficialmente la Definición de Antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), en otra muestra de apoyo. Max Harari, presidente del Consejo Central Comunitario Hebreo de Panamá, ha señalado que «la comunidad judía ha estado muy involucrada en el desarrollo de este país».
La postura de no reconocer al Estado palestino también se conecta con los vínculos estratégicos de Panamá con Estados Unidos, un aliado clave de Israel. El investigador Evan Ellis señala que las razones detrás de este duradero respaldo están ligadas a la relación con Washington, que posee derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. A esto se suman los estrechos y antiguos lazos económicos, sellados con la firma de un Tratado de Libre Comercio que entró en vigor en 2020. En este complejo marco de relaciones históricas, diplomáticas y comerciales, se hace difícil imaginar un cambio de rumbo en la política exterior panameña que la lleve a respaldar la creación del Estado Palestino a corto plazo.
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