
En el marco del Día Mundial del Auto Eléctrico, la discusión sobre su viabilidad como reemplazo de los vehículos de combustión interna ha tomado un nuevo rumbo. A pesar de que las ventas de vehículos híbridos y eléctricos están en aumento, con más de 10 mil unidades comercializadas en julio de 2025, expertos como Ehecatl Joel Chávez, especialista de la Universidad de Guadalajara, señalan que el reemplazo total es aún un concepto «fuerte». Sin embargo, el auto eléctrico ya se perfila como una opción financieramente atractiva y viable para la movilidad urbana, donde las distancias cortas minimizan la preocupación por la autonomía de la batería.
El ahorro es el principal motor del cambio
Una de las ventajas más claras del auto eléctrico es el ahorro económico. Por cada 100 kilómetros recorridos, un vehículo de combustión interna puede costar hasta 424 pesos en gasolina, mientras que un auto eléctrico solo gasta 72 pesos en promedio. Esta diferencia es el principal incentivo para las familias que, como la de Melissa Álvarez, han decidido dar el salto. Ella y su familia han notado un ahorro significativo, pasando de gastar hasta 3 mil pesos mensuales en gasolina a pagar solo una fracción de esa cantidad en su recibo de luz, un costo que se redujo aún más con la instalación de paneles solares.
Este cambio no solo representa un ahorro en el combustible, sino también en otros costos asociados. En muchos estados de México, los dueños de un auto eléctrico se benefician de exenciones fiscales, como no pagar el impuesto ISAN, tenencia o refrendo, lo que se suma al atractivo de la inversión inicial. El auto eléctrico en México ha logrado demostrar que, aunque el costo de adquisición sea elevado, el ahorro a largo plazo lo convierte en una decisión financiera inteligente y sostenible.

Los desafíos: infraestructura y precio
A pesar de las ventajas, el auto eléctrico enfrenta dos grandes retos en México: el precio de adquisición y la infraestructura de carga. El especialista del CUCEI subraya que la falta de electrolineras es un obstáculo importante para la masificación, ya que la autonomía de la batería sigue siendo un factor de ansiedad para los viajes largos. El precio también es una barrera; mientras que un auto eléctrico asequible ronda los 280 mil pesos, los vehículos de combustión interna pueden costar mucho menos. No obstante, se espera que la creciente competencia en el mercado, como la entrada de marcas chinas, impulse una reducción en los precios, tal como sucedió con las computadoras en el pasado.
A pesar de los desafíos, la transición hacia la electromovilidad es inevitable y global. Muchos países, especialmente en Europa, están avanzando hacia una movilidad más limpia. En México, el progreso es visible, aunque desigual. La venta de autos eléctricos e híbridos ha mostrado un crecimiento constante en 2024 y 2025. Entidades como la Ciudad de México, Estado de México y Nuevo León lideran las ventas y la penetración de estos vehículos, mientras que otros estados, como Chiapas y Guerrero, aún tienen una baja adopción. La concentración de la infraestructura de carga en zonas metropolitanas y centros comerciales, como se observa en Jalisco, también refleja la necesidad de una expansión más equitativa a nivel nacional.
La transición hacia la electromovilidad no solo es un tema de vehículos, sino también de energía y medio ambiente. A medida que más personas optan por un auto eléctrico, la demanda de electricidad aumenta. Esto plantea un reto para la red eléctrica nacional, que debe ser modernizada para soportar la carga. Por ello, el gobierno y las empresas privadas están invirtiendo en fuentes de energía renovable, como la solar y eólica, para asegurar que la electricidad utilizada para cargar los vehículos provenga de fuentes limpias. Este enfoque integral es crucial para que la transición hacia una movilidad eléctrica sea verdaderamente sostenible y beneficie al medio ambiente sin sobrecargar los sistemas energéticos existentes.
