
La intensificación de las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE) bajo el gobierno de Trump ha forzado a las comunidades inmigrantes a crear sofisticadas redes de alerta y estrategias de supervivencia. En lugares como Massachusetts, donde reside una gran comunidad brasileña, los grupos de WhatsApp se han transformado en un verdadero salvavidas, funcionando como centros de inteligencia ciudadana. Miles de mensajes diarios circulan con información vital: ubicaciones en tiempo real de los puntos de control de ICE, fotos de vehículos abandonados por los detenidos y, lo más insólito, tutoriales sobre cómo comportarse para «parecer más estadounidenses» y no llamar la atención de los agentes federales.
Estrategias de Supervivencia del Inmigrante
La ansiedad y el miedo han llevado a los inmigrantes a adoptar medidas extremas para intentar evadir la detención. En los chats de la comunidad, las advertencias son claras: no hablar portugués en público, usar gafas de sol e incluso poner calcomanías pro-Trump en los autos para simular afinidad con el gobierno. Un mensaje insólito aconsejó a los miembros: «No hablen más en público», complementado con un video tutorial de lenguaje de señas. Estas tácticas reflejan el pánico generado por la decisión de la Corte Suprema, que otorgó a los agentes de ICE mayor discreción para las detenciones, vista por muchos como «un cheque en blanco» para arrestos basados en la raza o el idioma.

La operatividad de los grupos de WhatsApp es intensa, especialmente al amanecer, cuando ICE suele iniciar sus redadas. Junior, un administrador de 27 años, describe cómo «el grupo empieza a estallar con noticias justo en ese momento» alrededor de las 5:00 a.m. Los miembros comparten videos y matrículas de vehículos que podrían ser de agentes de ICE, a menudo operando de incógnito. El ingenio ha llegado al punto de que algunos inmigrantes han recurrido al uso de drones para sobrevolar complejos de viviendas y detectar la presencia de autos sospechosos, mostrando una desesperación creciente ante la ofensiva gubernamental.
Las redadas no solo han causado pánico, sino también una profunda angustia emocional y social. Testimonios como el de Claudia, quien confiesa «nunca había vivido una película de horror como esta» y considera regresar a Brasil, reflejan la presión psicológica. Paralelamente a la angustia, se percibe una gran solidaridad comunitaria. Los chats se utilizan para ubicar a las familias de los detenidos y conectar a los arrestados con abogados. Lorena Betts, una inmigrante brasileña que fundó una red de voluntarios, destaca que las llamadas de personas que «simplemente han desaparecido» tras ser detenidas se han multiplicado, y los grupos de WhatsApp son esenciales para rastrear sus traslados por el país, donde a veces son llevados a estados con jueces que imponen sentencias más duras.
La ofensiva anti-inmigrante del gobierno de Trump ha convertido la deportación en uno de sus pilares, argumentando que la inmigración «envenena la sangre» de la nación y sobrecarga los servicios públicos. Desde su regreso a la Casa Blanca, se han deportado alrededor de 400.000 personas, incluyendo más de 2.000 brasileños desde enero. Las cifras de detenidos se han disparado hasta un récord de 60.000 personas en centros de detención, muy por encima de los 39.000 que había al inicio de su primer mandato. Esta escalada de arrestos y la velocidad con la que ICE opera (pueden «agarrar a alguien e irse» en cuatro minutos, según un inmigrante) mantienen a la comunidad en un estado de temor constante, llevando a emotivos mensajes que ruegan dejar de trabajar por un tiempo antes que arriesgarse a meses de detención.
Redes de Apoyo y Documentación del Inmigrante
Frente a la rápida acción de ICE, que a menudo «arresta primero y pregunta después,» han surgido redes de voluntarios que ofrecen un apoyo crucial. Más allá de las alertas, estos grupos, muchos vinculados a iglesias y organizaciones comunitarias, organizan la asistencia legal y social. Los voluntarios van a los lugares de las redadas para filmar y documentar las acciones de los agentes, ejerciendo el derecho constitucional de grabar y así evitar excesos. Además, gestionan líneas de ayuda para quienes no hablan inglés, conectan familias con abogados y hasta ayudan con la compra de alimentos para los hogares que pierden su sustento tras un arresto, demostrando la resiliencia y la profunda organización de la comunidad inmigrante ante la crisis.

