
Estados Unidos ha solicitado oficialmente a las Naciones Unidas la autorización para establecer una nueva Fuerza de Supresión de Pandillas en Haití, un país que se encuentra al borde del colapso debido a la creciente violencia de los grupos armados. Este anuncio, realizado por la embajadora interina de EE.UU. ante la ONU, se produce en un contexto de desbordamiento de la crisis, donde las pandillas han expandido sus brutales actividades más allá de la capital, afectando a otras regiones y sembrando el terror entre la población civil.
El anuncio de una nueva fuerza ha generado preguntas sobre su diferencia y relación con la Fuerza de Apoyo de Seguridad Multinacional, que es liderada por Kenia y ya está operando en la nación caribeña. Aunque la embajadora estadounidense, Dorothy Shea, agradeció a Kenia por su liderazgo y su apoyo en un momento crítico, no se especificó qué tipo de apoyo militar o policial brindaría Estados Unidos a esta nueva iniciativa. Tampoco se aclaró si los países que ya contribuyen con tropas a la misión actual, como Bahamas, El Salvador, Belice, Guatemala y Jamaica, seguirían siendo parte de esta renovada fuerza de intervención.
Un diplomático del Consejo de Seguridad, que pidió no ser identificado, sugirió que la fuerza keniana podría simplemente cambiar de nombre y transformarse en la Fuerza de Supresión de Pandillas. Según esta fuente, la nueva misión contaría con un aumento considerable de efectivos y recibiría un apoyo logístico significativamente mayor por parte de las Naciones Unidas. Este cambio de enfoque podría buscar superar las limitaciones que ha enfrentado la actual misión, cuya fuerza actual de menos de mil elementos está muy por debajo de los 2,500 que se habían proyectado inicialmente.

El Desafío de la Logística y los Efectivos en la Misión
En un intento por mejorar la eficacia de la misión, Estados Unidos y Panamá circularán un borrador de resolución para establecer la nueva Fuerza y una Oficina de Apoyo de la ONU. Esta oficina, propuesta en febrero por el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, se encargaría de suministrar apoyo no letal como drones, combustible y transporte terrestre y aéreo. La propuesta busca resolver los problemas de financiación y logística que han afectado la fuerza actual, un factor que ha mermado su capacidad para contener a las pandillas.
La embajadora Shea subrayó la importancia de la misión, afirmando que sin la fuerza liderada por Kenia, «las pandillas habrían estado aún más envalentonadas en sus ambiciones y descaradas atrocidades contra los civiles en Haití». Esta declaración destaca el papel crucial que el apoyo internacional ha jugado en la lucha contra la criminalidad, a pesar de sus limitaciones. El despliegue de los primeros policías kenianos en junio de 2024 marcó un punto de inflexión, pero la violencia de las pandillas sigue siendo el principal obstáculo para la estabilidad.
Un Conflicto de Intereses: El Papel de la Fuerza en un País Fragmentado
La propuesta de una nueva fuerza de intervención, aunque aparentemente necesaria para enfrentar la violencia, también plantea un debate crítico sobre la soberanía de Haití y el impacto de las intervenciones extranjeras. A lo largo de su historia, Haití ha sido objeto de múltiples misiones internacionales que, aunque a menudo bien intencionadas, han tenido resultados mixtos y han sido acusadas de no abordar las raíces profundas de la crisis, como la pobreza extrema y la inestabilidad política. La creación de otra fuerza, incluso con un nuevo nombre y mayor apoyo logístico, corre el riesgo de ser vista como una solución de parche. El valor agregado en este punto es cuestionar si esta fuerza tiene el mandato suficiente no solo para suprimir a las pandillas, sino también para ayudar a reconstruir las instituciones del país y fomentar una gobernabilidad legítima, un paso crucial para una paz duradera.
