
A diferencia del tradicional hermetismo de las casas reales, Alexia ha decidido mostrarse tal como es. Alejada del rol sobrio y distante que muchos asocian con la realeza, la hija de los reyes Guillermo y Máxima ha adoptado una imagen más cercana a los jóvenes: moderna, con estilo propio, y con una voz honesta sobre lo que significa crecer bajo el escrutinio público.
Desde muy joven ha sido comparada con su hermana mayor, la princesa heredera Amalia. Sin embargo, Alexia ha demostrado que no quiere seguir un camino calcado, sino forjar su propia identidad. Estudia en Londres, es activa en causas sociales, y ahora ha sumado un tema personal a la conversación global: el peso psicológico del ciberacoso.
Alexia reconoce que no es ajena al poder de las redes sociales. Como muchas personas de su edad, ha sentido la presión constante de estar a la altura de ciertos estándares, de verse perfecta, de evitar errores. Pero a diferencia de la mayoría, su imagen es analizada por millones.
Su valentía al hablar del daño emocional provocado por los mensajes de odio es un paso poco común entre figuras públicas de su nivel. No solo aceptó que ha sido víctima, sino que normalizó algo que aún sigue siendo tabú en muchas culturas: ir a terapia.
En medio de este proceso, Alexia ha contado con el respaldo incondicional de su familia, especialmente de su madre, la reina Máxima. Esta última ha tenido un papel fundamental en abrir el diálogo sobre la salud mental, tras el trágico suicidio de su hermana Inés, en 2018. Aquel episodio marcó un punto de inflexión que ha tenido eco en la educación emocional de sus hijas.
Alexia admite que llama a sus padres todos los días, a veces más de una vez, y que la confianza con ellos ha sido clave para sobrellevar las dificultades.
Lejos de limitarse a hablar desde la emoción, Alexia busca que su experiencia sirva para ayudar a otros. Ha mostrado interés en involucrarse en iniciativas que promuevan el bienestar psicológico, el uso responsable de redes sociales y la importancia de hablar sin miedo sobre temas emocionales.
Su vida estudiantil en Londres también ha sido un espacio de descubrimiento. Estudia una carrera vinculada a la ingeniería, pero con un fuerte enfoque social, lo que revela que no solo le interesa construir estructuras físicas, sino también apoyar la construcción de una sociedad más empática y saludable.
En un mundo saturado de imágenes falsas, filtros y apariencias, que una princesa de la realeza europea diga en voz alta que ella también ha sido vulnerable, tiene un impacto profundo. Humaniza la figura real, pero sobre todo empodera a quienes sufren en silencio.