
El gobierno de Venezuela ha restringido la actividad de dos periodistas mexicanos, devolviéndolos a su país de origen tras 24 horas de incomunicación. Los reporteros de MILENIO, que trataban de hacer un reportaje sobre las tensiones con Estados Unidos, fueron detenidos y se les informó que sus actividades eran “inadmitidas” en el país. El periodista, con 15 años de experiencia, se vio limitado en un cuarto de tres por cinco metros, a pesar de haber cubierto zonas de conflicto en nueve países. Este incidente subraya una de las libertades que a menudo se dan por sentado y que en algunos lugares son abiertamente negadas.
El periodista, que ha cubierto zonas peligrosas como el Triángulo Dorado en México y los barrios más conflictivos de El Salvador y Ecuador, se encontró con una limitación de la libertad de prensa sin precedentes en su carrera. A pesar de haber gestionado su viaje con la embajada venezolana en México, que le aseguró no necesitar permisos especiales, el reportero y su camarógrafo se encontraron con la dura realidad de la censura al intentar ingresar. El periodista describe cómo, a pesar de haber viajado a zonas de alto riesgo en diferentes países, su libertad nunca se había visto tan limitada como en un cuarto de tres por cinco metros en Venezuela.

Un viaje frustrado que revela un patrón de control
La cobertura, que estaba planeada para una semana en Venezuela, tenía como objetivo documentar las tensiones con Estados Unidos. El periodista había hecho una investigación previa, notando que muchas de las notas sobre la oposición al gobierno de Nicolás Maduro se redactaban desde fuera del país, un detalle que en su momento ignoró pero que ahora cobra sentido. A pesar de haber cumplido con todos los requisitos que la embajada venezolana en México le solicitó, al llegar a Caracas los periodistas fueron detenidos. Este incidente resalta un patrón de restricción a la prensa en el país, donde el gobierno controla de cerca la información que se produce.
Mientras la vida turística de la zona de Maiquetía se ve paradisíaca desde el aire, el panorama para los reporteros en tierra es muy distinto, ya que la verdad incómoda para el gobierno es un producto que no es bien recibido. La detención y expulsión de los periodistas es un reflejo de la política del gobierno venezolano que busca silenciar las voces críticas y limitar la capacidad de los medios extranjeros para informar sobre la realidad del país. Esta situación pone en evidencia el riesgo que corren los reporteros al intentar documentar la verdad en lugares donde la libertad de prensa es un concepto “inadmitido”.
Los especialistas en derechos humanos han señalado que la acción del gobierno venezolano no es un caso aislado, sino que forma parte de una política sistemática de control de la información que se ha intensificado en la última década. Organizaciones internacionales como Reporteros Sin Fronteras y el Comité para la Protección de los Periodistas han documentado numerosos casos de acoso, detención y expulsión de reporteros locales y foráneos, así como el cierre de medios de comunicación. Estas acciones tienen un doble objetivo: por un lado, silenciar a las voces críticas y, por otro, limitar la capacidad de los medios extranjeros para informar sobre la realidad del país sin el filtro gubernamental.
