3 DE SEPTIEMBRE DEL 2025- INTERNACIONAL. El premiado escritor y periodista guatemalteco Arnoldo Gálvez Suárez ha publicado su nuevo libro, Alguien bailará con nuestras momias, una obra que se sumerge en las profundas reflexiones sobre la muerte. Lejos del tormento poético, Gálvez aborda este tema con lo que él llama una «gozosa resignación», un concepto que proviene de la herencia cultural prehispánica de su país. Sus relatos, escritos en un momento de gran incertidumbre global, exploran cómo la sociedad se enfrenta a la muerte de una manera que es a la vez melancólica y pacífica.
En su obra, el autor distingue la muerte en mayúscula que a menudo se ve en la literatura, de una muerte discreta y cotidiana que simplemente se acepta. Este concepto se refleja en el título de su libro, que simboliza una reconciliación entre la celebración y la pérdida. A través de sus personajes, Gálvez explora la idea de que el miedo a la muerte no es solo un temor individual, sino la fuerza motriz detrás de grandes avances de la humanidad y un motor para reflexionar sobre el propósito de la vida.

La Violencia y el Trauma Colectivo en la Sociedad Guatemalteca
La muerte en las historias de Gálvez no es solo un concepto filosófico, sino una dura realidad social. El autor se inspiró en el asesinato del cantautor argentino Facundo Cabral en 2011, un evento que conmocionó a Guatemala y puso al descubierto el trauma de la violencia extrema que se vivía en el país. Gálvez asegura que el fallecimiento de Cabral, en lo que fue un ataque dirigido a un empresario, provocó una manifestación pública de «vergüenza y culpa» sin precedentes, con cientos de personas pidiendo perdón al mundo por lo sucedido en su país.
Las historias de Gálvez también abordan las complejas relaciones humanas, a menudo marcadas por la violencia, los silencios y las diferencias de clase. El autor explica que el racismo es un pilar fundamental del poder en Guatemala, donde las clases dominantes han heredado su posición desde la época colonial. Este sistema de privilegios, basado en el linaje y el aspecto físico, se ha arraigado en la sociedad, y a pesar de que ha habido luchas para cambiarlo, sigue siendo una realidad que se manifiesta en la vida cotidiana de las personas.

El Despertar a la Historia y la Resistencia al Olvido
Gálvez confiesa que el trauma histórico de Guatemala ha marcado profundamente su escritura. Él describe su «despertar a la historia» como un proceso doloroso, que ocurrió cuando tenía 14 años y se enteró de los horrores de la guerra civil. Esta incapacidad de la sociedad para enfrentar su pasado violento se convirtió en un tema central en su literatura. El autor critica la negación del genocidio contra el expresidente Efraín Ríos Montt, que a pesar de que las víctimas testificaron en la corte, sigue siendo un tema de polarización y tabú.
Para Gálvez, el duelo irresuelto por el pasado violento de su país es un problema que no se puede simplemente «pasar de página». Él sostiene que mientras los traumas no se resuelvan, seguirán operando en la psique colectiva, afectando la forma en que los guatemaltecos se relacionan entre sí y con su historia. La literatura, en este sentido, se convierte en una herramienta para romper el silencio y obligar a la sociedad a enfrentar las verdades incómodas sobre su pasado.

La «Paz Mafiosa» y el Clima de Violencia
Complementando lo anterior, la sensación de vergüenza y culpa que describe Gálvez tras el fallecimiento de Facundo Cabral tiene un contexto aún más sombrío. El autor menciona que el asesinato fue la culminación de un «periodo de violencia absolutamente exacerbada» que puso fin a una «paz mafiosa» que había prevalecido por décadas. Este término se refiere a un frágil equilibrio de poder no oficial, donde los grupos criminales mantenían un acuerdo tácito de no agresión para evitar conflictos territoriales. Cuando este pacto se rompió, se desató una ola de violencia sin control, con batallas territoriales que dejaban muertes y terror en las calles. Este ambiente de violencia e inestabilidad no solo fue el telón de fondo del crimen, sino que también representó la profunda crisis de un Estado incapaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos.