4 DE SEPTIEMBRE DEL 2025- INTERNACIONAL. El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, asumió el poder en enero de 2024 con una promesa audaz: combatir la corrupción sistémica y regenerar la democracia en su país. A casi un año y medio de gestión, el camino ha estado plagado de desafíos. En una entrevista con BBC Mundo, Arévalo, de 66 años, compartió su perspectiva sobre los obstáculos que enfrenta, desde la falta de apoyo en el Congreso hasta la caída de su popularidad. Su gobierno se ha posicionado como un socialdemócrata pragmático que busca un equilibrio entre los intereses de las élites y la población desfavorecida, demostrando su compromiso con la democracia en un contexto de profunda polarización.
La llegada de Arévalo al poder no fue fácil. Enfrentó maniobras judiciales y la suspensión de su partido, Movimiento Semilla, que fueron frustradas gracias a la presión ciudadana, en particular la de los pueblos indígenas. A pesar de haber ganado la segunda vuelta de las elecciones de 2023 con un 60% de los votos, su gobierno ha encontrado en la fiscal general, Consuelo Porras, a una de las principales opositoras. Sancionada por Estados Unidos y la Unión Europea por su presunto papel en tramas de corrupción, Porras representa una resistencia institucional que busca frenar el gobierno democrático de Arévalo.

La herencia de la Primavera Democrática
Bernardo Arévalo lleva sobre sus hombros el peso de la historia guatemalteca, siendo hijo de Juan José Arévalo, quien fue presidente entre 1945 y 1951 y líder de la llamada Primavera Democrática. Arévalo asegura que la visión política de su padre inspira su actual gobierno en tres pilares fundamentales: el compromiso ético en la política, la educación como motor de desarrollo, y la convicción de que no hay justicia social sin democracia. Esta herencia histórica lo impulsa a buscar un cambio profundo y duradero, aunque reconoce los riesgos de retroceso que persisten en la región, un contexto que él mismo busca contrarrestar a través del multilateralismo y la lucha contra los autoritarismos en su política exterior.
Retos y logros en la gestión
A pesar de los obstáculos, Arévalo destacó logros concretos de su gestión. En poco más de un año y medio, su gobierno ha remozado 18,000 escuelas, superando las 4,000 del gobierno anterior en un periodo de cuatro años. También se han construido 24 puestos de salud frente a los cuatro previos. En el ámbito económico, la inversión extranjera ha aumentado un 15% y el PIB creció un 3.9% en el primer trimestre. Además, la Comisión Nacional contra la Corrupción ha presentado más de 300 denuncias. Sin embargo, Arévalo es consciente de que estos avances no resuelven de inmediato los problemas estructurales de un país con una pobreza que afecta a más del 50% de la población y una arraigada cultura democrática que aún necesita consolidarse.

La popularidad del presidente ha caído del 78% al 39%, reflejo de la impaciencia de los guatemaltecos por soluciones inmediatas a la inseguridad, la extorsión y el alto costo de la vida. Arévalo atribuye esta caída, en parte, a las redes de desinformación, pero también reconoce que el público anhela una «mano dura», similar a la de Nayib Bukele en El Salvador. Sin embargo, él sostiene que no se puede construir una democracia con métodos antidemocráticos. Lo que algunos interpretan como debilidad, su compromiso con la democracia, es para él la base para un cambio sostenible, respetando las leyes en lugar de la voluntad política.
Arévalo también ha abordado la lucha contra la extorsión, un problema que afecta a casi todos los comerciantes. Ha implementado un grupo especial para combatirlo y ha tomado medidas como el aislamiento de cabecillas de pandillas. Aunque reconoce que es un esfuerzo de constancia, destaca que los delitos como robos y asaltos han disminuido. El presidente recalca que la estrategia de seguridad de Guatemala debe ser específica para su realidad, que tiene un mayor problema con el narcotráfico que con las pandillas a gran escala.
