El cine es conocido como el séptimo arte gracias a su valor y contribución a las bellas artes y sus valores estéticos. Sin embargo, también ha sido utilizado como propaganda; es decir, una herramienta con fines políticos que según el diccionario, buscaría atraer adeptos o compradores.
Los países que se rigen bajo un sistema dictatorial, por ejemplo, han utilizado al cine como una herramienta para promover sus ideologías políticas, sociales y económicas, así como para ejercer cierto control sobre la población (manipulación, pues).
Nos nos vayamos tan lejos. En el Tercer Reich bajo el dominio de Hitler, el líder nazi designó a Joseph Goebbels como ministro de Propaganda y de Información, y juntos, lanzaron una poderosa campaña propagandística tanto en cine como en radio que al cierre de la Segunda Guerra Mundial, para que se den una idea, convenció a los alemanes de que la victoria para Alemania era posible.
Corea del Norte, Kim Jong-il y su amor por el cine
Es así como países liderados por dictadores o líderes autoritarios, incluso en la actualidad, utilizan el cine como una herramienta política y de propaganda. Y con esto nos referimos a Corea del Norte, pero no necesariamente en relación con Kim Jong-un, el actual Líder Supremo del país asiático. Sino con su padre Kim Jong-il.
Kim Jong-il dirigió Corea del Norte de 1994 a 2011. Pero antes, formó parte de las filas del Partido de los Trabajadores donde tuvo mucha influencia al grado de ser designado a inicios de la década de los 80 como el sucesor oficial de Kim Il-sung, su padre y líder supremo.
Algunos datos sobre Kim Jong-il no han sido verificados a partir de que la información proviene de fuentes occidentales. Pero se cree que el exlíder de Corea del Norte era muy fan del cine, específicamente de las películas de acción protagonizadas por James Bond.
Pero su gusto por el cine era tan grande, que a finales de la década de los 70, ordenó el secuestro de una famosa actriz de cine y un director, ambos oriundos de Corea del Sur. Tal como lo leen. Mandó a secuestrarlos y los obligó a hacer algunas películas dentro del Corea del Norte para hacer crecer la industria fílmica del país.
Shin Sang-ok y Choi Eun-hee
Shin Sang-ok fue uno de los directores más prolíficos de Corea del Sur. Inició su carrera en la década de los 50 durante la presencia de Rhee Syng Man con su gobierno autoritario que limitó la producción cinematográfica en la península.
Para que se den una idea de la importancia de Shin Sang-ok, él fue uno de los pocos directores que logró hacer una película en el periodo del 50 al 53, años en las que tan sólo se produjeron 14 cintas. Se trató de The Evil Night sobre una mujer que era forzada a prostituirse a favor de las necesidades sexuales de las tropas extranjeras que estuvieron presentes en Corea del Sur.
Durante los 50 y los 60, Shin Sang-ok dirigió varias películas relevantes para la industria. Pero su punto máximo lo alcanzó en compañía de Choi Eun-hee, una reconocida actriz con la que forjó una enorme colaboración fílmica, y con la que también se casó.
Sin embargo, su matrimonio terminó 1976. Esto implicó una baja en la carrera de Choi Eun-hee, quien comenzó a buscar diversas oportunidades dentro y fuera de Corea del Sur. Por eso, en 1978 realizó un viaje a China donde surgió la oportunidad de crear una productora con ayuda de un empresario adinaero… pero pasó lo impensable.
La actriz fue secuestrada y llevada a Corea del Norte. Cuando su exesposo, Shin Sang-ok, se dio cuenta de su extraña ausencia y falta de contacto, comenzó a buscarla. Y fue así como llegó a Hong Kong donde el cineasta corrió la misma suerte de la actriz.
El secuestro y el escape de un director y una estrella de cine
La “estancia” de Shin Sang-ok y Choi Eun-hee duró ocho años. Los primeros años del director en el país del norte se marcaron por la confusión, pues intentó escapar varias veces, siendo encarcelado durante algunos años. Sin embargo, después de enteró que su secuestro se debía a las aspiraciones de los líderes norcoreanos de potenciar la industria del cine.
Durante este periodo, filmaron siete películas que incluyeron varios géneros como drama. Pero la película más destacada de todas fue Pulgasari de 1985 dentro del universo de los kaijus, y ha sido bautizado como el “Godzilla de Corea del Norte”.
La cosa es que Pulgasari está más relacionado con un kaiju del cine surcoreano llamado Bulgasari de 1962 sobre un artistas de las artes marciales que tras ser asesinado, renace como un monstruo de hierro que busca venganza.
Choi Eun-hee apareció en cuatro de las siete películas de Shin Sang-ok. Una de las más aclamadas no sólo de este periodo sino de su carrera, fue Salt de 1985 sobre una madre que ve cómo su hijo se une a las guerrillas de la región en la década de los 30.
La mayoría de las películas que produjeron durante su periodo en Corea del Norte, fueron de corte propagandístico, al mismo tiempo que apuntaban a convertirse en filmes que recibieran la atención internacionales, aquellos que triunfan en festivales.
Fue así como buscaron financiamiento para realizar una película sobre Genghis Khan. Por lo que mandó al director y a la actriz a Austria para encontrar quién pudiera producir esta nueva cinta.Sin embargo, Choi Eun-hee y Shin Sang-ok lograron escapar de sus custodios y se dirigieron a la embajada de Estados Unidos donde se refugiaron.
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