La soledad puede destruirnos a un grado inimaginable. Y según sea el caso, la mente divaga hasta rascar los recuerdos más dolorosos; esos que pueden enterrarse durante un tiempo, pero que siguen latentes. La película All of Us Strangers de Andrew Haigh retrata un poco de eso…
Pero así de desgarradora como suena, la cinta protagonizada por Andrew Scott y Paul Mescal también tiene una encantadora reflexión sobre el amor. Pero no como una fuerza que soluciona cualquier adversidad en el sentido más cursi de la idea, sino como una emoción que te puede devolver las ganas de vivir, aún cuando es finita.
La trama de ‘All of Us Strangers’
Basada en la novela Strangers de Taichi Tamada, la nueva cinta de Andrew Haigh nos cuenta la historia de Adam (interpretado por Andrew Scott). Él es un guionista gay en extremo solitario que vive en Londres y que está teniendo dificultades para escribir su próximo trabajo, esto en medio de una crisis existencial que lo ha llevado a recordar diversos aspectos de su infancia.
Pero el recuerdo que más pesa es el de sus padres y la ausencia de estos últimos debido a su muerte. Sin embargo, de manera intempestiva, en su vida aparece un hombre llamado Harry (Paul Mescal) quien sin prejuicios ni miedo al ‘qué dirán’, se acerca a él solo para darse cuenta que al escritor le cuesta abrirse con alguien más.
Motivado por el recuerdo de su infancia, Adam decide viajar de manera constante a su antigua casa en los suburbios decidido a encontrar inspiración para escribir acerca de su familia. Y ahí, revive su pasado de la manera más intensa posible cuando se ‘reencuentra’ con sus padres (interpretados por Claire Foy y Jamie Bell).
Cuando se vuelve a topar con Harry, cambia su carácter con él. La atracción entre ambos es evidente, además de que se dan cuenta de que sus vidas son muy similares. En un mundo donde se sienten rotos y abandonados, se complementan.
Harry y este encuentro surrealista con sus padres le han devuelto a Adam las ganas de vivir… Es aquí cuando descubrimos todo lo que el guionista ha arrastrado a lo largo de su vida a través de la constante sensación de abandono, de la falta de cariño, de valerse por sí mismo, de aislarse y creer que acostumbrarse a la soledad era su único destino.
El dolor y la vulnerabilidad en la nueva cinta de Andrew Haigh
All of Us Strangers tiene una reflexión destacada sobre el dolor y la vulnerabilidad. La película nos muestra a Adam como un sujeto que de una forma u otra, se siente condenado a la soledad, y el director Andrew Haigh acentúa ese rasgo haciendo que el protagonista viva en un enorme edificio prácticamente deshabitado.
El hecho de que ese gigantesco edificio londinense este casi vacío, tiene una razón de ser. Y esta va ligada a un estilo de vida del cual el personaje principal no se siente con la capacidad de tomar por diferentes razones.
Lo explica el protagonista por sí mismo cuando se abre con Harry, pero eso es solo un poco del contexto de la pareja a través del cuál se da cuenta que sus vidas, aún con algunas diferencias sustanciales, son muy similares.
El aislamiento del guionista venido a menos es solo una parte de su dolor, ocupado principalmente principalmente por el recuerdo de sus padres, por saber cómo hubiera sido la vida con ellos, lo que ellos hubieran pensado sobre su orientación sexual, la vida en familia, la compresión y el cariño que no vivió la mayor parte de su existencia.
Adam incluso se siente un poco patético por no haber superado sus experiencias traumáticas después de tantos años. Es ahí cuando nos queda esta hermosa reflexión de que aunque el dolor y la vulnerabilidad no tienen fecha de caducidad, se pueden afrontar siempre… La nueva cinta de Andrew Haigh nos dice que todo eso no el fin ni lo que lo define.
La aceptación para seguir adelante
A diferencia de la novela de Taichi Yamada y su adaptación, All of Us Strangers no usa el elemento sobrenatural para introducir a los padres de Adam en la historia. De hecho, Andrew Haigh hace un gran trabajo basando libremente su película en ese libro, pero construyendo un nuevo argumento con elementos diferentes.
La memoria de sus padres es lo que encamina a Adam a un nivel de introspección y autodescubrimiento que nos permite empatizar con él, entenderlo, querer apapacharlo; ver un poco de él en nosotros mismos cuando nos hemos sentido aislados.
Los recuerdos de Adam están llenos de nostalgia. Pero sobre todo, el encuentro surrealista con sus padres está conducido por una añoranza en la que el protagonista encuentra no solo el consuelo, sino una respuesta a su crisis existencial: aunque no hay un elemento sobrenatural, se entiende la idea de dejar ir a los fantasmas del pasado.
Sigue con tu vida antes de que sea demasiado tarde. Parece una lección cliché, pero Haigh lo manifiesta de una manera tan hermosa como desgarradora que cala duro. Ya pudimos ver la cinta en el Festival Internacional de Cine de Morelia, y seguro que no falta mucho para verla en todos los cines de México.
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