
La banda criminal conocida como Tren de Aragua (TdA), que nació en una cárcel de Venezuela, ha pasado de ser un nombre casi desconocido a un tema central en los círculos de seguridad de Estados Unidos y en la retórica política. Su creciente visibilidad en el país ha sido amplificada por el gobierno, especialmente tras ser señalada como un «enemigo de toda la humanidad» por el presidente Donald Trump. Este grupo, que se fundó hace más de una década en el estado Aragua, se ha convertido en una preocupación de primer orden, con incidentes reportados en varios estados que encienden las alarmas sobre su expansión y diversificado repertorio criminal.
Origen y Expansión Transnacional del Grupo Criminal
Los inicios de esta organización se remontan a un sindicato que operaba en la construcción de un tramo ferroviario en Venezuela. Sus miembros, conocidos inicialmente por extorsionar contratistas y vender puestos de trabajo, terminaron consolidando su poder dentro de la prisión de Tocorón, bajo el liderazgo de figuras como Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias «Niño Guerrero». Con el tiempo, la influencia del Tren de Aragua trascendió los muros de la cárcel, convirtiéndose en la empresa criminal más poderosa de Venezuela. La profunda crisis económica y política del país facilitó su expansión, pues identificaron una oportunidad de negocio al lucrarse de la masiva migración venezolana, extendiéndose por América Latina, con reportes de presencia y detenciones en países como Perú, Colombia, Chile y Brasil.

El salto a Estados Unidos parece ser una consecuencia directa de este movimiento migratorio. Expertos en seguridad nacional y crimen organizado indican que la llegada del Tren de Aragua a territorio estadounidense era solo cuestión de tiempo, siguiendo las rutas de la población venezolana que migra buscando mejores oportunidades. Aunque los primeros reportes policiales datan de 2021, la actividad y la identificación de sus miembros ha aumentado significativamente, con incidentes y arrestos reportados en áreas con grandes comunidades migrantes, como Aurora, Colorado, y Nueva York. Este patrón de seguimiento a la población que explotan es similar al de otras pandillas transnacionales, lo que subraya la naturaleza de sus actividades.
La Reacción del Gobierno y las Implicaciones Políticas
La presencia del Tren de Aragua se catapultó al debate nacional cuando Donald Trump la utilizó en su campaña electoral y, posteriormente, desde la Casa Blanca. Tras describir falsamente a un suburbio de Denver con alta población venezolana como una «zona de guerra», el presidente declaró a la banda como una «organización terrorista». Esta designación ha servido para justificar políticas migratorias duras, incluyendo deportaciones masivas y despliegues militares. El gobierno de Joe Biden, por su parte, ya había catalogado a la banda como «organización criminal transnacional», ofreciendo recompensas por información sobre sus líderes, lo que demuestra la preocupación bipartidista por la seguridad. La designación como terrorista, en el gobierno de Trump, no solo eleva el perfil de la amenaza del TdA, sino que también otorga a las autoridades herramientas legales más contundentes para perseguirla.
El modus operandi de la banda en EE.UU. incluye crímenes violentos como robos con allanamiento y tráfico sexual, aprovechando la vulnerabilidad de mujeres migrantes venezolanas para saldar supuestas deudas por el cruce de fronteras. Un informe interno del Departamento de Seguridad Nacional ha identificado individuos vinculados al grupo en al menos 16 estados, lo que confirma su dispersión geográfica. Ante esta realidad, varios estados como Texas y Colorado han tomado medidas específicas, declarando al Tren de Aragua una amenaza de alto nivel y creando grupos de trabajo especiales para combatirlo. La respuesta policial busca contrarrestar la narrativa que asocia toda la migración con el crimen, como lo expresó el alcalde de Nueva York, quien se negó a que su ciudad se convirtiera en bastión del grupo.

Una Evolución Criminal Preocupantemente Rápida
Expertos como Daniel Brunner, exagente del FBI y especialista en organizaciones criminales, han destacado la inusual rapidez con la que el Tren de Aragua ha evolucionado como organización transnacional. Según Brunner, la banda «aprende mucho más rápido» que otras, como la notoria Mara Salvatrucha (MS-13), asimilando las lecciones de grupos rivales y utilizándolas para sus propios fines delictivos. Mientras que organizaciones como el Primer Comando de la Capital de Brasil tardaron décadas en consolidarse, el TdA ha alcanzado su nivel actual en apenas una década. Esta acelerada madurez criminal representa un desafío significativo para las agencias de seguridad.
Una característica distintiva del Tren de Aragua es su «portafolio» delictivo altamente diversificado. A diferencia de grandes cárteles, esta banda no se limita a una sola actividad ilícita. Explota cualquier oportunidad de economía ilegal, desde el narcotráfico de drogas sintéticas (como el tusi) y la minería ilegal en Venezuela, hasta el robo de carteras y teléfonos celulares en las ciudades donde opera. Esta adaptabilidad y capacidad de incursionar en crímenes menores y mayores al mismo tiempo, aprovechando las estructuras que controlan, como el reparto en motos que usan para robar, complica enormemente la labor de las autoridades, ya que el grupo no se adhiere a un patrón criminal predecible.
