
Integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) han lanzado una seria advertencia al Gobierno Federal: si no se restablece la mesa de negociación para atender sus demandas, particularmente la abrogación de la Ley del ISSSTE, pondrán en marcha acciones para interferir en el desarrollo de las actividades relacionadas con el Mundial de Fútbol de 2026. Este amago eleva la tensión entre el magisterio disidente y las autoridades, utilizando un evento de trascendencia global como palanca de presión para conseguir sus objetivos políticos y laborales.
La Ley del ISSSTE en el Centro del Conflicto del Mundial 2026

La principal exigencia que motiva la amenaza de la CNTE es la abrogación, es decir, la anulación total, de la Ley del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Los maestros disidentes argumentan que esta legislación ha mermado significativamente los derechos y las prestaciones de los trabajadores de la educación, especialmente en lo relativo a pensiones y servicios de salud. Para la CNTE, la restitución de los derechos laborales que consideran perdidos bajo esta ley es una prioridad innegociable, y están dispuestos a recurrir a medidas extremas para lograr que el Gobierno escuche y actúe.
El anuncio de la CNTE implica una escalada en sus tácticas de protesta, buscando un foro y una fecha que garanticen la máxima visibilidad e impacto. El Mundial de Fútbol 2026, que México coorganizará con Estados Unidos y Canadá, representa un escaparate internacional que el gremio considera estratégico para exponer su lucha por el Mundial 2026 ante la comunidad global. Al amenazar con acciones que podrían afectar la logística o la imagen del torneo, buscan forzar al Gobierno a reanudar el diálogo que, según ellos, se ha estancado con la Secretaría de Educación Pública (SEP) y otras dependencias federales.
La postura del magisterio es clara: sin una respuesta favorable y sin la reactivación de las conversaciones formales, las protestas escalarán más allá de los bloqueos carreteros y las manifestaciones habituales. La intención es clara: utilizar la magnitud del evento deportivo para presionar a las autoridades a tomar una decisión sobre la Ley del ISSSTE que sea favorable a sus intereses. Este tipo de táctica, aunque controvertida, busca capitalizar la necesidad del Gobierno Federal de proyectar estabilidad y orden de cara a la celebración de la justa mundialista.
La posible interferencia de la CNTE en las actividades del Mundial 2026 plantea un desafío significativo para las autoridades mexicanas en términos de seguridad y gestión de conflictos sociales. El Gobierno deberá evaluar rápidamente el riesgo real de estas amenazas y sopesar si es políticamente viable ceder a las demandas del magisterio o si mantendrá una postura firme, arriesgándose a un potencial sabotaje del Mundial 2026. La decisión determinará el futuro inmediato de las negociaciones y la tranquilidad en la antesala del magno evento deportivo.