
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha escalado la tensión transatlántica al declarar que España «debería ser castigada» por no cumplir con sus compromisos de gasto en defensa dentro de la OTAN. Esta dura crítica fue dirigida directamente al gobierno de Pedro Sánchez y subraya la postura intransigente de la administración estadounidense respecto a la responsabilidad financiera de los aliados europeos. La declaración de Trump no es solo un regaño verbal, sino una amenaza que anticipa posibles represalias económicas contra un país miembro de la Alianza Atlántica.
El descontento de Trump se centra en que, históricamente, el gasto en defensa de España ha estado significativamente por debajo del objetivo del 2% del Producto Interno Bruto (PIB) acordado por los miembros de la OTAN. Aunque España ha prometido aumentar progresivamente su inversión militar, el ritmo no satisface las exigencias de Washington. Para el presidente Trump, el incumplimiento español es una «deslealtad» que pone una carga injusta sobre Estados Unidos, que sigue siendo el principal contribuyente a la defensa colectiva de la Alianza.
Incumplimiento de la OTAN y Represalias Económicas

La crítica de Trump se enmarca en su campaña constante para obligar a los aliados de la OTAN a aumentar su inversión militar. El presidente estadounidense ha dejado claro que el incumplimiento del objetivo del 2% no será tolerado y que los países que, como España, no alcancen esta meta pueden enfrentarse a consecuencias severas. Su amenaza de posibles «represalias económicas» sugiere que la disputa sobre el gasto en defensa podría desbordarse hacia áreas comerciales o de cooperación financiera.
La tensión se agrava dado que el gobierno de Pedro Sánchez ha defendido que el compromiso de gasto se cumplirá, pero no antes de 2029, un calendario que Trump considera inaceptable. El presidente de EE. UU. ha utilizado el concepto de «castigo» para presionar a España a acelerar drásticamente sus presupuestos militares. Este tipo de lenguaje pone a prueba la unidad de la OTAN, transformando una obligación de defensa mutua en un campo de batalla económico.
El Riesgo para la Relación Bilateral
El desafío lanzado por Trump al gobierno de Pedro Sánchez representa un riesgo considerable para la tradicionalmente sólida relación bilateral entre Estados Unidos y España. Aunque ambos países mantienen lazos profundos en materia de seguridad, con bases militares estadounidenses estratégicas en territorio español, la amenaza de represalias podría tensar los acuerdos de cooperación existentes. La retórica de Trump indica que la lealtad dentro de la OTAN será medida estrictamente en términos monetarios.
Para el gobierno español, esta presión llega en un momento delicado, en el que debe equilibrar las demandas de Trump con las prioridades de gasto interno. La necesidad de invertir miles de millones de euros adicionales en defensa en un plazo acelerado choca con otras necesidades presupuestarias. Sin embargo, la advertencia de que España «debería ser castigada» subraya que la inacción puede tener un costo político y económico aún mayor en su relación con la superpotencia norteamericana.
El Gasto Real de España y el Debate sobre el PIB
El valor agregado de esta nota radica en el contraste entre la crítica de Trump y el gasto real de España. Al momento de las declaraciones, España es uno de los países de la OTAN que menos invierte en defensa en proporción a su PIB, rondando el 1.3% o 1.4%, muy lejos del 2% exigido. Sin embargo, el gobierno español argumenta que, si se tienen en cuenta las misiones internacionales, las contribuciones a la defensa colectiva y otros gastos relacionados con la seguridad (como pensiones de militares), el porcentaje de gasto efectivo se acerca más a lo exigido. El debate no es solo sobre la cifra bruta, sino sobre qué se incluye en el cálculo del 2% del PIB. La postura de Trump ignora estas argumentaciones y se centra únicamente en el dato oficial más bajo, facilitando su argumento de que España merece ser «castigada» por falta de compromiso.
La escalada verbal de Trump ha puesto a España en una situación incómoda, forzándola a reevaluar su estrategia de gasto en defensa bajo la amenaza de un «castigo» económico. El presidente de EE. UU. parece decidido a utilizar su poder económico como palanca para forzar un cambio de política en Madrid, independientemente de los desafíos políticos internos que esto genere al gobierno de Sánchez.
El futuro de la cooperación en la OTAN y la relación bilateral España-EE. UU. dependen ahora de la respuesta del gobierno español. Aceptar el aumento del gasto bajo presión o resistir la amenaza de Trump definirá la dinámica de esta relación. Lo que está claro es que la era de la «barra libre» de seguridad, financiada principalmente por EE. UU., ha terminado para España, y la palabra «castigada» resuena como una advertencia a todos los aliados incumplidores.