
16 SEPTIEMBRE 2025-INTERNACIONAL-Las Fuerzas de Defensa de Israel iniciaron una ofensiva terrestre en la ciudad de Gaza con el objetivo declarado de erradicar al grupo palestino Hamás. Según el portal Axios, la operación comenzó pocas horas después de que el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, se reuniera en Jerusalén con el primer ministro Benjamín Netanyahu y su gabinete, recibiendo el visto bueno por parte de la Casa Blanca. Este movimiento marca una nueva escalada del conflicto, pese a las advertencias de la comunidad internacional sobre el alto costo humanitario.
La postura de Estados Unidos
De acuerdo con Axios, la administración de Donald Trump ha dado su apoyo a la operación, aunque exige que se ejecute con rapidez y que concluya lo antes posible. Un funcionario estadounidense anónimo señaló que la Casa Blanca no intervendrá para frenar a Israel, insistiendo en que “esta no es la guerra de Trump, es la guerra de Netanyahu, y él será responsable de lo que ocurra después”. Esta declaración busca deslindar a Washington de una posible crisis mayor, aunque en la práctica respalda de forma directa la estrategia militar israelí.
Lo llamativo es que esta posición contradice a varios de los jefes de seguridad de Israel. El Estado Mayor de las FDI, junto con los directores del Mossad, el Shin Bet y la inteligencia militar, advirtieron a Netanyahu sobre los riesgos de lanzar una ofensiva terrestre: entre ellos, el peligro para la vida de los rehenes israelíes y la posibilidad de sufrir un alto número de bajas militares. Esta tensión interna revela la fragilidad del consenso político en torno a la decisión.

El Ministerio de Salud de Gaza reportó que, desde el inicio de la guerra el 7 de octubre de 2023, más de 65.000 palestinos han perdido la vida, en su mayoría mujeres y niños. Los ataques aéreos, de artillería y drones sobre la ciudad de Gaza durante la jornada han provocado nuevas explosiones masivas y un panorama devastador en zonas urbanas densamente pobladas. Este saldo humanitario ha encendido las alarmas en organizaciones internacionales que cuestionan la proporcionalidad de la respuesta israelí.
La comunidad humanitaria insiste en que el derecho internacional exige la protección de civiles y critica que las acciones militares actuales no respetan esos principios. Mientras tanto, hospitales y refugios de Gaza operan con recursos mínimos, lo que agrava aún más la situación de las familias atrapadas en la ofensiva.
Consecuencias geopolíticas de la operación
Más allá del impacto directo en la Franja, esta ofensiva plantea serias repercusiones geopolíticas. El apoyo explícito de Washington fortalece la imagen de Israel como un actor con respaldo internacional, pero también aumenta el riesgo de un mayor aislamiento diplomático en foros multilaterales. En paralelo, países árabes moderados, que mantenían un canal de diálogo con Netanyahu, podrían verse presionados por sus sociedades para romper relaciones o suspender acuerdos de cooperación.
Asimismo, analistas advierten que una ocupación prolongada de Gaza podría derivar en un escenario de insurgencia urbana, donde Hamás y otros grupos operarían en la clandestinidad, replicando modelos vistos en Irak o Afganistán. Esto no solo prolongaría el conflicto, sino que expondría a Israel a un desgaste militar, económico y político difícil de sostener en el tiempo.
El escenario actual deja al descubierto la paradoja de buscar seguridad mediante acciones que generan más inseguridad. Aunque la ofensiva busca desmantelar a Hamás, el altísimo costo civil podría radicalizar a nuevas generaciones de palestinos, perpetuando un ciclo de violencia que parece no tener fin. La ausencia de un plan político claro para el día después de la ofensiva cuestiona la viabilidad de la estrategia y abre la puerta a un nuevo periodo de inestabilidad regional.
