
Después de tres años de investigación y un gasto de 216.5 millones de dólares, se reveló que la denuncia de que cientos de niños indígenas habrían muerto a manos de religiosos en internados de Canadá en los siglos XIX y XX fue una “gran farsa”, según informaron medios como “Zenit”, “Info Católica” y “Urgente 24”.
Los investigadores reconocieron el mes pasado que no encontraron ni un solo cuerpo en dichos internados atendidos con financiación gubernamental y gestionados en su mayoría de la Iglesia Católica y la Anglicana.
A pesar de ello, el caso deja profundas cicatrices en la sociedad canadiense, alimentadas por una narrativa política y mediática que jamás fue verificada y que derivó en la quema, profanación y vandalizaciónde templos católicos en todo el país, según “Evie Magazine” (112 dice “Zenit”).
El mes pasado, el gobierno canadiense retiró discrétamente el financiamiento del Comité Asesor Nacional sobre Escuelas Residenciales, Niños Desaparecidos y Entierros No Identificados, un organismo fundado a raíz del anuncio del internado de Kamloops y que investigaba tumbas sin marcar cerca de antiguas escuelas residenciales,según señala “Zenit” y confirma “National Post”.
El Comité respondió que estaba “extremadamente decepcionado” por la decisión del gobierno federal de retirar el apoyo financiero.
Según “Zenit”, la financiación inicial para el proyecto, presupuestada en 2022, expiraba este año, con unos 216.5 millones de dólares ya gastados, de los cuales 7.9 millones se dedicaron al trabajo de campo y no produjeron ningún descubrimiento físico.
Escándalo y premio
La macabra acusación de que niños indígenas fueron víctimas de asesinato y abusos sexuales a manos de religiosos se convirtió en un escándalo mundial y motivó que el primer ministro Justin Trudeau ordenara que la bandera canadiense ondeara a media asta durante seis meses, un período de luto nacional sin precedentes.
El papa Francisco lamentó públicamente lo que en su momento se describió como “el hallazgo impactante de los restos de 215 niños” en el internado de Kamloops.
Así, su viaje a Canadá, del 24 al 29 de julio de 2022, se presentó como penitencial.
Además sostuvo encuentros con líderes de las comunidades indígenas, en un periplo que se centró principalmente en disculparse por el papel de la Iglesia en el sistema de escuelas residenciales indígenas canadienses y la reconciliación con los pueblos indígenas del país.
Incluso una fotografía sobre tema ganó un pestigioso premio internacional.
Una inquietante imagen de vestidos rojos colgados en cruces a lo largo de una carretera, con un arcoiris de fondo, para recordar a los menores fallecidos enel internado Kamloops, creado para asimilar a los niños indígenas en Canadá, ganó el 7 de abril de 2022 el “World Press Photo”, como informó en su momento AP.
La imagen formó parte de una serie de la fotógrafa canadiense Amber Bracken para “The New York Times”.
“Este es el tipo de imagen que se graba en la memoria. Inspira una especie de reacción sensorial”, dijo la presidenta del jurado, Rena Effendi, en un comunicado. “Casi podía oír la quietud en esta fotografía, un momento silencioso de reconocimiento global de la historia de la colonización, no solo en Canadá sino en todo el mundo”.
“Siniestros internados”
El 6 de junio 2021, sitios como el de la BBC titulaban: “Los siniestros internados donde murieron 6,000 niños indígenas en Canadá”.
La BBC señalaba que desde 1863 hasta 1998, más de 150,000 niños indígenas fueron separados de sus familias y llevados a internados estatales en Canadá.
“Estos colegios administrados por el gobierno, y operados mayormente por la Iglesia católica, formaban parte de la política para lograr asimilar a los niños indígenas”, decía el sitio.
“A los menores no se les permitía hablar su idioma o practicar su cultura y muchos eran maltratados y sufrían abusos”.
“Ahora, el aterrador hallazgo de los restos de 215 niños que eran estudiantes de uno de esos internados, la Kamloops Indian Residential School ha puesto de nuevo el foco en los abusos cometidos en estas instituciones”.
Otros como “The New York Times” recogieron “testimonios”. El 21 de junio de 2021 el periódico neoyorkino publicó que Ken Thomas dijo que a los 6 años lo metieron en una camioneta, lo llevaron dos horas desde su casa y lo dejaron en las escaleras de la Escuela Residencial Indígena de Muskowekwan.
“Las monjas inmediatamente le afeitaron las trenzas y pronto aprendió que cada vez que hablaba su lengua indígena le lavaban la boca con jabón”.
La acusación
La acusación de 2021 se basó enteramente en imágenes de radar de penetración terrestre (GPR), antes de que se llevara al cabo excavación alguna.
“Zenit” señala que algunos menores fallecieron en los internados, pero los registros históricos indican que la causa principal de muerte fue enfermedades como la tuberculosis.
No obstante, el debate sigue vivo y muchas voces en Canadá siguen respaldando la narrativa de las fosas comunes.
Crystal Gail Fraser, integrante del comité de investigación, calificó la decisión del gobierno de “traición” y lamentó que se pierdan “los valores de verdad y reconciliación”.
La controversia también afecta al ámbito académico: la cancelación de una conferencia del historiador y clérigo anglicano británico Lord Biggar en la Regent College de Vancouver, tras ser acusado de negar la existencia de fosas comunes, reavivó el debate sobre la libertad de expresión en torno a este tema.
Lord Biggar denunció que en Canadá impera “una cultura agresivamente represiva” que distorsiona la labor de las misiones cristianas y justifica la quema de iglesias.
En Estados Unidos ingual se generó una polémica:
El martes pasado, Adrian Vermeule, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Harvard, publicó en X que el escándalo en torno a los cementerios de las Primeras Naciones en las escuelas residenciales canadienses es “uno de los peores y más destructivos engaños de la historia reciente”, en referencia a los ataques contra las instituciones católicas canadienses, según informa la revista independeinte “The Harvard Law Record”.— Megamedia
Es preocupante que se esté cuestionando la validez de una investigación tan importante. Las muertes de niños indígenas son un tema delicado y serio, y no se puede tomar a la ligera. En lugar de desestimar el trabajo realizado, deberíamos enfocarnos en buscar la verdad y la justicia para las comunidades afectadas. Es fundamental escuchar sus voces y apoyar la investigación, no ponerle obstáculos.