
30 JULIO 2025- INTERNACIONAL- Europa está escribiendo una nueva página en la historia de la infraestructura submarina al aprobar la construcción del túnel Rogfast, en Noruega. Esta obra será el túnel submarino para vehículos más largo y profundo del mundo, con una extensión de hasta 26,7 kilómetros y una profundidad de 400 metros bajo el nivel del mar. Su objetivo no es menor: reducir en hasta 11 horas el tiempo de traslado en la autopista E39, una ruta esencial que conecta el norte y sur del país. Esta hazaña busca superar a gigantes como el Eurotúnel, el Seikan y el de San Gotardo, que hoy marcan récords en la ingeniería subterránea.
Tecnología avanzada para un proyecto sin precedentes
El túnel Rogfast conectará los municipios de Randaberg y Bokn, atravesando una de las secciones más anchas y profundas del mar del Norte. Con cuatro carriles y la intersección vial más profunda del planeta, este proyecto representa un parteaguas en el desarrollo de la infraestructura europea. La obra, que se espera esté lista en 2033, tendrá un costo de 1.900 millones de euros, financiados en un 40% por el gobierno noruego y el resto por tarifas aplicadas a los usuarios.

Además de agilizar la movilidad, el Rogfast resolverá uno de los principales desafíos del transporte costero noruego: la dependencia de los transbordadores. Las condiciones climáticas adversas suelen afectar estos cruces, lo que hace que el nuevo túnel sea una solución más segura y estable. El trayecto entre Randaberg y Bokn, que antes tomaba horas, podrá completarse en solo 30 a 35 minutos.
La magnitud de este proyecto no solo se mide en kilómetros, sino también en innovación. Rogfast incorporará sistemas avanzados de ventilación, monitoreo inteligente y protocolos de emergencia de última generación. Estas tecnologías garantizan la seguridad tanto de automovilistas como de las mercancías que circularán por esta ruta clave para el comercio local e internacional.
Al reducir el uso de ferris que dependen de combustibles fósiles, el túnel contribuirá a la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero. Noruega refuerza así su compromiso con el desarrollo sustentable, apostando por una infraestructura resiliente ante el cambio climático y eficiente en la movilidad de personas y bienes.