
India ha probado con éxito un misil balístico de alcance intermedio desarrollado localmente, el Agni-5, capaz de transportar una ojiva nuclear al corazón del territorio chino. El lanzamiento se llevó a cabo en el estado de Odisha, en el este de India, y según el Ministerio de Defensa del país, «validó todos los parámetros operativos y técnicos». Esta prueba, con un alcance de más de 5.000 kilómetros, sitúa a rivales como China y Pakistán al alcance del arma. El hecho de que este evento ocurra justo cuando el primer ministro indio, Narendra Modi, se prepara para su primera visita a Beijing en años, añade una capa de complejidad a las ya tensas relaciones en la región Asia-Pacífico.
La prueba del misil: Un mensaje geopolítico
La prueba del misil Agni-5 no es un evento aislado, sino que se enmarca en una feroz batalla por la influencia regional. Las tensiones entre India y China se han mantenido latentes desde los mortales enfrentamientos en la frontera del Himalaya en 2020. Además, la prueba sirve como recordatorio del desequilibrio de arsenales nucleares entre ambas potencias, ya que según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), China posee una cantidad significativamente mayor de ojivas nucleares que India. La prueba de este misil de gran alcance es un mensaje claro de la determinación de India de fortalecer su capacidad de defensa, a pesar de los esfuerzos diplomáticos por mejorar las relaciones bilaterales.
El lanzamiento se produjo poco después de una visita a Nueva Delhi del ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, que allanó el camino para la visita de Modi a Beijing. A pesar de los conflictos, los lazos entre ambos países han mostrado señales de un tímido acercamiento, especialmente desde que Modi se reunió con el líder de China, Xi Jinping, en la cumbre BRICS en Rusia el año pasado. Ambas naciones han acordado reanudar los vuelos comerciales directos, reabrir sitios de peregrinación y volver a emitir visas de turista para sus ciudadanos. Aún así, la prueba del misil introduce una nota de cautela en este frágil proceso de reconciliación.

La carrera armamentista y sus implicaciones
El desarrollo y la prueba exitosa del misil Agni-5 subrayan la intensidad de la carrera armamentista en el sur de Asia. Este programa de misiles no solo tiene como objetivo a China, sino que también es una parte fundamental de la estrategia de defensa de India contra su otro rival con armas nucleares, Pakistán. Ambos vecinos se han visto envueltos en conflictos en el pasado, y el hecho de que el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, también vaya a asistir a la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Tianjin, añade un nuevo nivel de tensión a la reunión. El desarrollo de este tipo de armamento, aunque visto como una medida de seguridad nacional, tiene el potencial de desestabilizar aún más la región y de intensificar los conflictos.
Además de las tensiones regionales, la prueba del misil también tiene un componente global. Las políticas de Estados Unidos, que ha intentado cortejar a India como contrapeso estratégico a China, han generado, de manera inadvertida, un acercamiento entre los dos gigantes asiáticos. La amenaza del presidente Donald Trump de imponer aranceles a Nueva Delhi por sus compras de petróleo a Rusia ha puesto a India en una posición delicada y la ha obligado a reevaluar sus alianzas. Este misil de largo alcance es un recordatorio de que la política exterior de India está condicionada por un complejo entramado de rivalidades y alianzas que se extienden más allá de sus fronteras inmediatas.
La relación de China con Pakistán, un aliado cercano y principal proveedor de armas, es otro factor que complica el panorama. La participación de Pakistán en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China y su dependencia militar de Beijing hacen que la dinámica de la región sea un juego de ajedrez geopolítico. La prueba del misil Agni-5, por lo tanto, debe ser vista como una pieza más en este juego, una que refleja la determinación de India de proyectar su poder y asegurar su posición en un entorno geopolítico volátil.
La prueba de un misil de capacidad nuclear como el Agni-5 es un recordatorio de que, en la geopolítica moderna, las armas de disuasión juegan un papel central en la seguridad regional. Desde la perspectiva de India, el desarrollo de este misil es una respuesta lógica a la creciente fuerza militar de China y a su alianza con Pakistán. El objetivo no es solo la capacidad de ataque, sino la capacidad de disuasión, es decir, la posibilidad de evitar un ataque al asegurar que cualquier agresión se encontrará con una respuesta devastadora. Sin embargo, esta lógica de seguridad basada en la amenaza constante tiene un costo. La carrera armamentista no solo desvía recursos que podrían ser utilizados para el desarrollo social y económico, sino que también crea un clima de desconfianza que hace que la posibilidad de una guerra accidental o por error de cálculo sea siempre una preocupación. La prueba de este misil, por lo tanto, no es solo una victoria técnica para India, sino un reflejo del círculo vicioso de la inseguridad en el que se encuentran atrapadas las potencias nucleares de la región.
