
En un reciente informe, la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de EE.UU. confirmó la identidad del misterioso objeto que golpeó a un Boeing 737-800 de United Airlines durante el vuelo 1093 rumbo a Los Ángeles. Antes del reporte, surgieron múltiples teorías sobre el incidente, que incluían impacto en aeronave por drones, aves a 11.000 metros de altura e incluso fragmentos de basura espacial. La aeronave tuvo que desviarse para realizar un aterrizaje de emergencia, dejando al piloto con heridas leves, aunque fuera de peligro.
Hallazgo del objeto que causó el impacto
El reporte de la NTSB precisó que el objeto era un globo de sondeo perteneciente a la empresa WindBorne Systems, utilizado para recopilar datos meteorológicos. Según el documento, la compañía había perdido contacto con este instrumento justo cuando se encontraba cerca de la trayectoria del vuelo. El globo viajó desde Washington, pasó por Oregón y Nevada, giró hacia el noreste y estaba cruzando Utah cuando ocurrió el impacto en vuelo, lo que explica la coincidencia en altitud y ruta.
Antes de la publicación del informe, el misterio generó gran especulación entre expertos en aviación. La posibilidad de un choque con drones fue descartada por la altitud; lo mismo ocurrió con la teoría de aves, ya que es extremadamente improbable que estos animales alcancen alturas superiores a los 10 mil metros. La hipótesis de basura espacial también perdió fuerza, pues no se detectaron fragmentos reingresando a la atmósfera en ese lapso.

Características del globo implicado
WindBorne Systems explicó que sus globos están diseñados para minimizar daños en caso de impacto, tanto durante el vuelo como en un eventual choque al aterrizar. La empresa destacó que no utilizan piezas metálicas grandes ni materiales rígidos que puedan representar un riesgo severo para las aeronaves comerciales. Este tipo de globos, conocidos como GSB, pueden recorrer grandes distancias impulsados por corrientes de viento mientras recopilan información atmosférica.
El informe también detalló que los parabrisas del Boeing 737-800 están certificados para resistir cargas extremas y ciertos tipos de impactos, lo que hace sorprendente que el panel interno cediera tras el choque. Aunque no se reportaron fallas estructurales mayores, la situación dejó en evidencia la necesidad de revisar protocolos y certificaciones frente a objetos no tripulados que comparten espacio aéreo a gran altitud.









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