
15 SEPTIEMBRE 2025- INTERNACIONAL- Los aranceles estadounidenses impuestos por la administración Trump están dejando huella en empresas de todo el país, y el caso de los Teixeira en Fall River, Massachusetts, es un ejemplo claro. Esta familia, que mantiene una pequeña fábrica de productos especializados para neonatología, ha visto cómo la política proteccionista ha limitado sus oportunidades de crecimiento. Aunque reciben ofertas de empresas interesadas en sus servicios de confección, las condiciones del mercado y la dificultad para contratar personal en medio de una política migratoria restrictiva los han hecho declinar. “Los aranceles son una mala política y, a la larga, nos traerán problemas”, afirma Frank Teixeira, mostrando la brecha entre la retórica presidencial y la realidad industrial.
El impacto se extiende a otras compañías, como Matouk, fabricante de ropa de cama de alta gama, que reporta pérdidas superiores a US$100.000 mensuales debido al encarecimiento de materias primas importadas de India, Portugal y Liechtenstein. La consecuencia directa ha sido la reducción de inversiones en equipo y marketing, a pesar de que gran parte de sus productos se manufactura en Estados Unidos. Expertos señalan que los aranceles, que oscilan entre 10% y 50%, aumentan costos y presionan a los precios al consumidor, afectando la competitividad.

La política arancelaria también refleja una contradicción con las expectativas de Trump de revivir la industria estadounidense. En ciudades históricamente manufactureras como Fall River, donde la victoria de Trump en 2016 rompió con casi un siglo de tradición demócrata, se evidencia que la promesa de prosperidad industrial no ha sido fácil de materializar. Mientras algunos sectores experimentan cierta recuperación, el aumento de costos de insumos y la incertidumbre empresarial generan freno en nuevas inversiones y contrataciones.
La situación de empresas como Vanson Leathers muestra que incluso compañías con una base sólida y una clientela estable enfrentan incrementos de hasta 15% en costos, afectando la rentabilidad y generando un clima de incertidumbre. Mike van der Sleesen, propietario de la empresa de chaquetas de cuero para motociclistas, considera que los aranceles han creado un «camino comercial desigual e injusto», afectando a quienes invirtieron en manufactura local sin recibir los beneficios prometidos por las políticas proteccionistas.

Un efecto adicional de los aranceles es la presión sobre el empleo manufacturero, que ha visto una disminución de 12.000 puestos solo en el último mes, y una contracción general de la actividad industrial. Las encuestas de la Reserva Federal muestran que más del 70% de las empresas manufactureras sienten un impacto negativo directo por la imposición de aranceles, desde el aumento de costos hasta la reducción de beneficios, lo que plantea serias dudas sobre la viabilidad del resurgimiento industrial anunciado por la Casa Blanca.
En este contexto, la percepción de los ciudadanos también juega un papel clave. Muchos votantes en Fall River, que apoyaron a Trump confiando en que los aranceles impulsarían la economía local, muestran ahora escepticismo sobre los resultados. Aunque algunos mantienen la esperanza de mejoras a largo plazo, el panorama actual evidencia que las políticas proteccionistas deben acompañarse de estrategias más integrales para sostener la manufactura y el empleo en Estados Unidos, evitando que las promesas se queden solo en discurso político.
