
La automotriz Honda ha informado que, como consecuencia de las persistentes fallas en su cadena de suministro, se verá obligada a detener sus operaciones de producción en México, así como en varias de sus plantas en Estados Unidos y Canadá. La compañía atribuye esta decisión a una combinación de factores sistémicos, entre los que destacan la escasez global de semiconductores, el impacto del clima extremo en centros de distribución clave y el efecto continuo de la pandemia en la logística internacional.
En territorio mexicano, la paralización afecta a sus plantas instaladas en el estado de Guanajuato, donde Honda opera líneas de ensamblaje y transmisión destinadas ampliamente a la exportación. En febrero, por ejemplo, el ensamblaje de vehículos ligeros en México experimentó una caída de casi 29 %, mientras las exportaciones descendieron cerca de 22 %. Esta caída refuerza la profundidad del impacto que la contracción de insumos está provocando dentro del ecosistema industrial automotriz nacional.
La medida de Honda tiene implicaciones al menos en tres frentes: para la empresa, para sus trabajadores y para el sector automotor mexicano. La firma aseguró que, pese al paro temporal, mantendrá la remuneración de los empleados afectados, buscando así mitigar el efecto inmediato sobre su fuerza laboral. Al mismo tiempo, la interrupción señala una vulnerabilidad creciente del país como plataforma manufacturera, al depender de cadenas de valor globalizadas que, ante un evento externo, pueden desestabilizarse con rapidez.
Desde una perspectiva de política industrial, este escenario exige una reconfiguración del enfoque de las armadoras en México. El gobierno y los actores involucrados deberán enfrentar el reto de mejorar la resiliencia del sector, diversificando proveedores, incrementando contenido nacional y fortaleciendo la logística interna. Por su parte, Honda deberá reexaminar sus flujos operativos globales para sostener competitividad en un mercado que exige agilidad ante contingencias.
En el contexto internacional, la suspensión de Honda refleja una tendencia más amplia: muchas armadoras globales están ajustando sus volúmenes, trasladando líneas de producción o reduciendo turnos ante la crisis de semiconductores, los embates climáticos y los cambios regulatorios. México, aunque sigue siendo atractivo en costos, aparece cada vez más expuesto a interrupciones externas y decisiones estratégicas tomadas por sus matrices japonesas o de otros países.









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