
15 DEJUNIO-La #historia de #MadleenKullab, una valiente #pescadorapalestina de la #FranjadeGaza, se ha convertido en símbolo de resistencia y esperanza en medio de la guerra. Con apenas 31 años y madre de cuatro hijos, #Madleen enfrentó no solo las limitaciones de ser mujer en un oficio dominado por hombres, sino también la dureza de sobrevivir bajo un bloqueo que limita su vida y su trabajo. Su nombre hoy navega en la memoria de muchos gracias a un barco bautizado en su honor para intentar romper el cerco israelí.
El barco “Madleen” formó parte de la Flotilla de la Libertad, una iniciativa de activistas que quisieron enviar ayuda humanitaria a Gaza. El gesto buscaba visibilizar la difícil situación de los pescadores y en especial rendir tributo a las mujeres valientes como Madleen, que mantienen viva la tradición de la pesca a pesar de todos los riesgos. Aunque el barco fue interceptado por las fuerzas israelíes, su viaje llevó el mensaje de Madleen más allá del mar que solía recorrer cada día.

Antes de la guerra, la historia de Madleen estaba escrita entre redes de pesca y madrugadas en la costa de Gaza. Desde los 13 años, cuando su padre enfermó, ella se convirtió en la responsable de sostener a su familia con la pesca, una profesión que siempre describió como dura pero llena de dignidad. Hoy, desplazada, sin barco ni redes, recuerda con nostalgia aquellos días cuando, a pesar de la escasez, al menos podían llevar pescado a casa y dormir tranquilos.
El precio de contar una historia
Madleen hoy vive en tiendas improvisadas, camina largas distancias para conseguir agua y apenas puede alimentar a sus hijos. La guerra no solo le quitó su casa y su sustento, sino también la tranquilidad de ver crecer a sus pequeños sin miedo. Relata con tristeza cómo sus hijos piden pollo o frutas que ya no puede conseguir, mientras la inflación y el bloqueo hacen inalcanzable hasta una simple sandía.

A pesar de todo, su testimonio es un grito de resistencia. Su historia es conocida desde 2012 por activistas internacionales, quienes decidieron que su nombre debía navegar como símbolo de la lucha pacífica de Gaza. Para Madleen, ese gesto fue un pequeño rayo de luz entre tanta penumbra: sentirse escuchada y saber que alguien en el mundo se interesa por su lucha diaria.
Su pasado de pescadora, sus intentos por estudiar y dedicarse a la moda, y su apego al mar forman un retrato de coraje y determinación. A pesar de los drones, el ruido de la guerra y la escasez, Madleen insiste en soñar con volver al mar y que su historia sirva para recordar que Gaza necesita paz y libertad para poder respirar.
