
El presidente electo de Chile, José Antonio Kast, comenzó a trazar los primeros pasos de lo que ha llamado un Gobierno de emergencia, una estrategia que promete marcar el arranque de su administración a partir del próximo 11 de marzo. Tras su triunfo electoral, Kast optó por un discurso conciliador, reconociendo a sus rivales políticos y buscando enviar un mensaje de unidad en un país que ha vivido años de fuerte polarización política y social.
De acuerdo con información difundida por medios locales, antes de asumir el cargo, Kast renunciará al Partido Republicano, organización que él mismo fundó en 2019. Esta decisión tiene como objetivo reforzar su imagen como presidente de todos los chilenos y no solo de un sector ideológico. La medida forma parte del diseño político de un Gobierno de emergencia que, según el mandatario electo, debe mostrar resultados inmediatos y visibles.
Renuncia partidista y señales de unidad
La noche del domingo, Kast confirmó públicamente su salida del partido en un mensaje de tono moderado, en el que incluso reconoció el aporte de figuras de la izquierda como Jeannette Jara, el presidente Gabriel Boric y la expresidenta Michelle Bachelet. Este gesto fue interpretado como una señal de apertura política y de disposición al diálogo, elementos clave para la viabilidad de un Gobierno de emergencia en un Congreso fragmentado.
“Para mí no es fácil renunciar al Partido Republicano, del cual soy uno de sus fundadores, pero entiendo que lo que se necesita hacia adelante es un presidente de todos los chilenos”, afirmó Kast. Sus palabras reflejan el intento por reducir tensiones y construir gobernabilidad desde el inicio de su mandato, en un contexto de altas expectativas ciudadanas.
Agenda económica y ajustes al Estado
El diario La Tercera informó que durante los casi tres meses previos a la toma de posesión, el equipo del presidente electo trabajará en proyectos de ley que serán enviados de inmediato al Congreso. Entre las prioridades destacan la reducción de impuestos, el impulso a la compra de vivienda y el fortalecimiento de la inversión local y extranjera, ejes centrales del Gobierno de emergencia planteado durante la campaña.
Uno de los puntos más polémicos será el recorte de 6 mil millones de dólares en gasto público, lo que implicaría despidos masivos en el sector estatal. Kast ha insistido en que la administración pública puede ser más eficiente con menos recursos, aunque expertos advierten que estos ajustes deberán aplicarse con cuidado para no afectar servicios básicos ni profundizar conflictos sociales.
A diferencia de otros presidentes electos, Kast ha anticipado que se mantendrá activo durante el periodo de transición, que inicia con su reunión con Gabriel Boric en el Palacio de La Moneda. Incluso, ha trascendido que podría mudarse a la sede presidencial como símbolo de trabajo permanente, reforzando la narrativa de compromiso total con el Gobierno de emergencia.
Analistas políticos consultados por El Mercurio han advertido que el amplio respaldo electoral no debe traducirse en una “borrachera electoral”. Señalan que el verdadero desafío será cumplir las expectativas en los primeros 100 días, recomendando la formación de un gobierno de coalición de derecha que garantice mayoría parlamentaria. Como valor agregado, especialistas subrayan que el éxito del Gobierno de emergencia dependerá no solo de recortes y reformas rápidas, sino de la capacidad del nuevo mandatario para generar consensos, mantener estabilidad social y responder a un escenario económico aún frágil.






