
Los Ángeles, CA – 20 de julio de 2025. Lo que parecía un partido más en la exigente recta final de la temporada regular de MLB terminó convirtiéndose en una pesadilla para los Dodgers. El veterano y carismático primera base Freddie Freeman tuvo que abandonar el campo tras recibir un fuerte pelotazo en la muñeca izquierda, una escena que congeló al Dodger Stadium y dejó a la afición con el corazón en la garganta.
Ocurrió en la sexta entrada del duelo contra los Cerveceros de Milwaukee, cuando el lanzador José Quintana, intentando colocar un sinker interno, terminó golpeando directamente a Freeman con una recta que rozó las 90 millas por hora. El impacto fue directo en la muñeca izquierda, justo por encima del guante. Aunque el inicialista intentó mantener la compostura, se notó que no estaba bien: abandonó el encuentro acompañado por el cuerpo médico, sin apenas mover la mano afectada.
Freddie Freeman no es solo un jugador más en el roster de los Dodgers. Es una figura central en la estructura emocional, ofensiva y defensiva del equipo. Su liderazgo dentro del clubhouse, su consistencia al bate y su presencia en la primera base son claves en la maquinaria angelina.
Hasta antes del incidente, Freeman estaba teniendo otra sólida campaña, registrando un promedio de bateo de .292, con 10 cuadrangulares, 49 carreras impulsadas y un OPS+ de 135. Pero más allá de los números, su capacidad para producir en momentos claves, su veteranía y su temple bajo presión lo hacen prácticamente irremplazable.
El diagnóstico preliminar dado por los Dodgers fue “contusión en la muñeca izquierda”. Aunque en apariencia puede sonar como una lesión menor, este tipo de golpes puede derivar en microfracturas, inflamación crónica o limitaciones en el swing, especialmente en un bateador zurdo como Freeman, para quien esa muñeca es esencial.
Fuentes internas indican que Freeman será evaluado con rayos X y resonancia magnética en las próximas 48 a 72 horas, lo que determinará si podrá mantenerse activo o si se perderá varios juegos. Por ahora, su estatus es “día a día”, aunque su disponibilidad para la serie contra los Mellizos y la gira por el Este luce incierta.
El timing no podría ser más desafortunado. Los Dodgers atraviesan su peor momento de la temporada: han perdido 10 de sus últimos 12 juegos, fueron barridos por los Cerveceros en casa y su bullpen se ha visto diezmado por múltiples lesiones.
El equipo ya enfrenta ausencias importantes: Blake Snell, Roki Sasaki, Michael Kopech, Tony Gonsolin, Max Muncy, Kiké Hernández… y ahora, posiblemente, su MVP del 2020. Esta acumulación de bajas ha hecho que el equipo pierda el ritmo competitivo justo cuando la lucha divisional entra en su fase más exigente.
En el juego del domingo, el coreano Hyeseong Kim ingresó como corredor emergente en lugar de Freeman. Sin embargo, aunque versátil, Kim no tiene ni la potencia ni la presencia ofensiva del toletero zurdo.
La organización podría optar por rotar la primera base entre bateadores como Chris Taylor o Miguel Vargas, aunque ninguno ofrece garantías a largo plazo. Otra alternativa sería acudir al mercado de cambios, pero la fecha límite del 31 de julio se acerca rápidamente y las opciones viables son limitadas.
Más allá del rendimiento individual, la ausencia de Freddie Freeman puede impactar en lo anímico. Jugadores como Mookie Betts y Shohei Ohtani han declarado públicamente su admiración por Freeman, y su presencia en el dugout se percibe como estabilizadora.
Si Freeman queda fuera por tiempo prolongado, los Dodgers no solo pierden a un bateador clave, sino a una figura que mantiene unido al grupo en tiempos de crisis. En un vestuario golpeado por la frustración y las lesiones, su baja podría inclinar aún más la balanza emocional.
El calendario de los Dodgers no da tregua. Vienen tres juegos contra los Mellizos de Minnesota, seguidos de una exigente gira de nueve partidos contra los Medias Rojas, Rojos y Rays. Es decir, enfrentan a tres equipos en plena pelea por los playoffs, en estadios difíciles y sin margen de error.
Perder a Freeman para esa gira podría ser catastrófico para sus aspiraciones de asegurar el liderato divisional o un comodín sólido.
El mánager Dave Roberts, al ser consultado tras el juego, fue cauto pero sincero:
«Freddie es un guerrero, y siempre quiere estar en el terreno. Pero debemos ser inteligentes. No vamos a arriesgar su salud por unos cuantos juegos si eso compromete su temporada completa.»
Mientras tanto, las redes sociales se encendieron con mensajes de apoyo, y jugadores de ambos equipos se acercaron a Freeman mientras salía del campo. La preocupación era evidente. No se trató de una jugada sucia ni intencional, pero el golpe fue real, fuerte y potencialmente dañino.
Freddie Freeman representa mucho más que una estadística en la hoja de anotación. Es uno de los pilares sobre los que se construye la identidad de estos Dodgers. Su posible ausencia llega justo cuando el equipo más necesita estabilidad, experiencia y resultados.