
La exreina de belleza Ximena Navarrete alzó la voz en redes sociales ante la polémica surgida durante la final de Miss Universe México 2025. La ganadora, Fátima Bosch de Tabasco, recibió felicitaciones solo de cuatro compañeras, mientras que la mayoría evitó acercarse a ella. Para Navarrete, este gesto va más allá de la competencia: es una cuestión de respeto, madurez y de la dignidad que conlleva portar una corona.
Crítica y reflexión de Navarrete
Navarrete, una de las tres mexicanas que han sido coronadas como Miss Universo, compartió en Instagram lo ocurrido durante la edición de este año. Manifestó que quien porta la corona debe tener la capacidad de representar dignamente, con empatía y ejemplo, no solo en las pasarelas, sino en los gestos cotidianos. Sobre la ausencia de felicitaciones para Fátima Bosch, dijo que aquel acto demuestra que ser reina implica algo más profundo que belleza: implica responsabilidad moral y emocional.
La también actriz señaló que el concurso de belleza es una competición, sí, pero no ganar no decrementa el valor de nadie: “No ganar un concurso de belleza no te hace peor mujer o menos bonita”. Lo que realmente puede empañar la integridad de alguien es no reconocer los logros de otro ni respetar el momento que le corresponde.
Bosch, al hablar en el matutino Sale el Sol, admitió que fue difícil sentirse sola frente al gesto de tantas compañeras. Reconoció que al backstage llegaron tensiones, pero aseguró que ella jamás impulsaría el odio hacia otra mujer. Destacó que todo lo que sintieron las otras concursantes esa noche es válido y que lo que le queda es desearles lo mejor y reconocer también la lealtad y el afecto de aquellas pocas que sí la apoyaron.
Importancia de la empatía y el compañerismo
Este episodio no solo evidencia tensiones comunes en los certámenes, sino que plantea preguntas acerca del compañerismo: ¿hasta qué punto la competencia debe dividir, y cuándo debe unir? La empatía, la solidaridad y el reconocimiento mutuo se vuelven esenciales para construir ambientes de respeto, incluso en espacios altamente competitivos como los de belleza. Navarrete enfatiza que la corona conlleva algo más que brillo; exige fortaleza interior, empatía, y la capacidad de magnificar el bien común.
Incluir sesiones obligatorias para participantes sobre convivencia, empatía y manejo de emociones puede ayudar a fortalecer los lazos entre concursantes, reducir rivalidades destructivas y promover respeto mutuo.
Podría establecerse un código de ética que fomente el apoyo público entre participantes antes, durante y después del certamen. Esto podría incluir criterios de evaluación no solo de apariencia, sino también actitudes ante compañeras, solidaridad, liderazgo positivo.
Contar con psicólogos durante el certamen para apoyar tanto a las concursantes como al equipo organizador a manejar situaciones de tensión, inseguridad o presión mediática.
El incidente revela que, aún en concursos que destacan la belleza física, los valores humanos pesan fuerte. La crítica de Ximena Navarrete invita a reflexionar: para ser reina no basta la corona, también se necesita corazón. Si bien el glamour y la competencia son parte de este mundo, será más noble y auténtica la coronación cuando esté acompañada de respeto, generosidad y un sentido claro de comunidad.
