TILA (EFE).— Con el sentimiento de miedo a flor de piel, familias choles regresaron a sus hogares, después de la violencia generada por conflictos entre grupos criminales en la zona, en la cabecera municipal de Tila, estado de Chiapas.
A su vez calcularon que solo el 30 por ciento de los habitantes han regresado a sus viviendas, mientras que el resto continúa en los albergues y casas solidarias de Yajalón, Petalcingo, Sabanilla y Tumbalá.
“Nosotros corrimos con suerte, así como nos sacaron, así nos vinieron a dejar también (los militares); podemos decir que podemos dormir en paz, porque están dando sus rondines. Inclusive nos han preguntado si necesitamos algo o cómo nos pueden ayudar ellos también”, expresó a EFE Macaria, quien vivió en uno de los albergues más de 15 días y retornó el pasado sábado 22 de junio a Tila.
Luego del éxodo masivo registrado el 7 de junio por la violencia que generó el grupo Fuerza Armada de Tila (FART) contra pobladores, así como un enfrentamiento contra el grupo Karma, los pobladores en su mayoría mujeres y niños se les observa caminar por las calles del centro de la localidad.
Alrededor de 18 establecimientos, entre ellas tortillerías, carnicerías, tiendas de ropa, fruterías y abarrotes, abrieron las puertas de sus locales.
Los tenderos se asomaron temerosos a la calle en espera de los clientes, pues aseguran están alertas, a pesar de que se encuentran las fuerzas federales y estatales vigilando algunas vialidades.
Los pobladores afirmaron que ha disminuido el número de uniformados en comparación a la fuerza de tarea que arribó el pasado 7 de junio y el viernes se pudo constatar que los que quedan se encuentran establecidos en tres puntos estratégicos.
En tanto, otro grupo patrulla el interior del poblado; sin embargo, aún se percibe el olor a abandono.
De acuerdo con los habitantes, fue el domingo 23 que la iglesia abrió sus puertas a los fieles católicos para escuchar la palabra de paz.
Son los mismos vecinos quienes cuentan cómo han regresado sus amigos y familiares para luego armar la mudanza e irse. Fuera de cámaras afirman que vivir en Tila es vivir en el mismo infierno.
Por otra parte, los refugiados en los albergues de Yajalon afirman que no hay las garantías para regresar, pese a que el gobierno mexicano tiene el control.
No obstante, los indígenas temen que retorne la ley de los ejidatarios autónomos.
Así también denunciaron que, en los albergues, la presión de los funcionarios de los gobiernos federal, estatal y municipal en Tila es constante, al grado de restringir apoyos para las víctimas.
“Han empezado ellos (los militares) a levantar, si ya no nos quieren apoyar, deben de ser honestos y decir que no son capaces o no tienen la capacidad de poder ayudar a la gente del municipio de Tila; el Estado nos está dejando solos”, expresó Luisa, víctima de desplazamiento forzado, quien pidió al reportero de la agencia EFE resguardar su identidad por seguridad.
De un vistazo
Responsabiliza al gobierno
Luisa, mujer de descendencia indígena ch’ol y una de las víctimas de desplazamiento forzado, responsabilizó al gobierno del estado de Chiapas y al gobierno de México por cualquier violencia que pudiera recibir ella o su familia por las declaraciones vertidas en la entrevista con un corresponsal de la agencia EFE.
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