
La liberación de 250 prisioneros palestinos y unos 1.700 detenidos gazatíes por parte de Israel, como parte del acuerdo de alto el fuego con Hamás, ha expuesto una ola de graves denuncias sobre el trato recibido en las cárceles. Faisal Jalifa, quien cumplió diez años de una condena de 25, relató al Servicio Árabe de la BBC en Ramala haber sufrido brutales torturas y humillaciones que se intensificaron en los últimos días. Jalifa y otros liberados afirman que fueron golpeados, expuestos al sol durante horas y que los carceleros les impedían comer, beber e incluso ir al baño. «Querían robarnos la alegría de la libertad antes de que siquiera comenzara», expresó el ex prisionero, reflejando la visible demacración y debilidad de muchos de los liberados.
Denuncias de Malos Tratos y la «Inanición Deliberada»
Las imágenes de los prisioneros liberados, visiblemente pálidos, demacrados, y en algunos casos con dificultades para caminar, han dado fuerza a las acusaciones de malos tratos y privaciones sistemáticas dentro de las prisiones israelíes. Aya Shreiteh, del Club de Prisioneros Palestinos, denunció que los derechos de estos hombres y mujeres fueron violados «de la manera más grave». Afirmó que, durante el último año, la mayoría fue sometida a una «inanición deliberada» y expuesta a enfermedades, lo que ha dejado sus cuerpos debilitados por el hambre.

Si bien la BBC no ha podido verificar independientemente todas estas afirmaciones, las denuncias se suman a testimonios anteriores que recogieron acusaciones de torturas con descargas eléctricas, quemaduras y abusos. Además, el Tribunal Supremo de Israel declaró el mes pasado que los prisioneros palestinos no estaban recibiendo una alimentación adecuada. A pesar de que el gobierno israelí ha rechazado sistemáticamente las acusaciones de malos tratos y torturas, e insiste en estar comprometido con las normas jurídicas internacionales, el testimonio de los liberados sugiere un patrón de abuso que busca la humillación y el quiebre de los detenidos.
La Desaparición y el Silencio por Miedo a ser Re-arrestados
La alegría de la liberación se mezcló con la incertidumbre y el dolor para muchas familias. Ibtisam Omran, hermana de Mohamed Omran, lamentó no haber podido recibir a su hermano, quien desapareció tras el descenso de los autobuses de la Cruz Roja. Solo 88 de los 250 prisioneros del acuerdo fueron liberados en Cisjordania, mientras que otros 154 fueron deportados y 8 regresaron a Gaza, un destino que incrementa la angustia de los familiares. Esta falta de información y la separación de las familias añade una capa más de sufrimiento al proceso de liberación.
Además, el miedo a hablar en público es palpable entre los ex prisioneros. Sami al Fateela, con más de 20 años cumplidos de cadena perpetua, se abstuvo de dar detalles, señalando que el Shin Bet (la agencia de inteligencia interior de Israel) los había amenazado con arrestarlos de nuevo si hablaban de las condiciones carcelarias. Este clima de miedo y ansiedad silencia las voces de quienes han sufrido maltrato, obstaculizando la capacidad de las organizaciones de derechos humanos para documentar las violaciones y exigir responsabilidades a las autoridades.

