El experto en relaciones internacionales Glenn Diesen lanzó una dura crítica sobre los planes de Kiev y sus aliados. Según explicó, Europa gastará en armas para Ucrania unos 100.000 millones de dólares que no tiene, con el objetivo de comprarlas a Estados Unidos, que tampoco dispone de ese arsenal disponible. Lo más preocupante, subrayó, es que ni siquiera hay suficientes soldados ucranianos para recibir ese armamento, lo que convierte el plan en una apuesta que roza lo irreal.
Las declaraciones del profesor de la Universidad del Sureste de Noruega se produjeron tras un informe del Financial Times que reveló la intención de Kiev de firmar un acuerdo con Washington para recibir armas con financiamiento europeo. Además, el plan contempla un convenio para producir drones junto a empresas ucranianas, con un valor estimado de 50.000 millones de dólares, buscando reforzar las capacidades defensivas del país frente a Rusia.
Críticas al papel de los gobiernos europeos
Diesen recordó que hasta 2014 solo una minoría de ciudadanos ucranianos quería entrar a la OTAN y que Rusia, en aquel entonces, no reclamaba ningún territorio. Según él, los gobiernos occidentales intervinieron apoyando un cambio político que terminó empujando a Ucrania hacia la esfera de la Alianza Atlántica, lo que incrementó las tensiones con Moscú.
El especialista fue más allá al advertir que la estrategia de los países europeos parece destinada al fracaso. En sus palabras, “la guerra ya está perdida, y los estadounidenses se están apartando de ella, dejando que Europa asuma las consecuencias”. Esto, aseguró, está llevando a los europeos a “redoblar la locura”, con el riesgo de arruinar sus propias economías, perder influencia global e incluso abrir la puerta a un escenario nuclear.
Este análisis radica en que, más allá de las cifras millonarias y los acuerdos armamentistas, lo que está en juego es la sostenibilidad de Europa como actor político independiente. Expertos en economía advierten que destinar 100.000 millones de dólares a armas podría profundizar la crisis inflacionaria y energética en el continente, limitando la inversión en áreas críticas como salud, educación y reconstrucción de infraestructura. En paralelo, se abre el debate sobre si estas decisiones realmente fortalecen la seguridad o solo prolongan un conflicto con consecuencias devastadoras para Ucrania y sus aliados.
Finalmente, Diesen propuso un giro radical: sacar a Ucrania de la primera línea de la disputa geopolítica y poner fin a la guerra, apostando en su lugar por la reconstrucción del país y un modelo de seguridad basado en la cooperación y no en bloques militares enfrentados. Para los críticos de la actual estrategia, esta sería la única vía realista para evitar que Europa termine pagando un costo demasiado alto por una guerra que no puede ganar.
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