
La euforia beisbolera vive su momento de gloria en la Ciudad de México tras el reciente bicampeonato de los Diablos Rojos y el récord de asistencia promediando 14 443 espectadores por partido. Pero mantener ese entusiasmo para la próxima temporada será un reto mayúsculo para la directiva, especialmente ante el factor distractor que representa el Mundial de futbol que se jugará en México el siguiente año. El nuevo director ejecutivo, Jorge del Valle, entra en escena justamente para asegurar que esa llama no se apague, articulando esfuerzos para fusionar la pasión del beisbol con el fervor futbolístico nacional.
Del Valle hereda una plaza encendida, con un público diverso donde los jóvenes han encontrado un espacio en el estadio Harp Helú, y con una institución que lleva años trabajando para expandir su alcance mediático y cultural. Pero no todo será continuismo: la llegada de un Mundial exige creatividad logística para que los partidos de los Diablos no compitan con los encuentros de la selección mexicana. Las posibilidades incluyen modificar horarios en días clave, o incluso reprogramar para evitar solapamientos directos con los partidos del Mundial. Será una prueba de ingenio para una institución que aspira no solo a sostener su éxito, sino a crecer más allá del campo deportivo.
Desafíos operativos y mediáticos
La dupla entre el beisbol y un evento global como el Mundial genera presión en operaciones internas: logística de horarios, derechos televisivos, promoción cruzada, y la programación de partidos serán aspectos esenciales para no restar visibilidad al beisbol. En palabras de Del Valle, “no me gustaría que a la hora que juegue México nosotros tengamos partido”. En consecuencia, la directiva está obligada a innovar en cómo atraer público en días con agenda deportiva saturada.
Además, será vital reforzar la presencia mediática en momentos de alta competencia deportiva, para que el beisbol no sea opacado por el ruido del futbol. Estrategias como contenidos digitales atractivos, alianzas con medios y presencia activa en redes pueden ser la diferencia entre ser noticia o ser un eco marginal.
La transición que marca un nuevo ciclo
La salida de Othón Díaz tras una década al frente no es casualidad: su gestión coincidió con el cambio de estadio, la ampliación del aforo y la reacción ante crisis como la pandemia de 2020 y presiones financieras. Ahora Del Valle debe revalidar el avance logrado, con el reto adicional de que la afición ya no solo es veterana, sino más joven y diversa. Esa transformación demográfica supone que el club deberá comunicar con nuevos estilos, plataformas y narrativas para mantener la conexión emocional con ese público emergente.
Díaz reconoció esta metamorfosis en su despedida, recordando que antes “la mayoría eran gente mayor que siempre fue al estadio”. Hoy, la presencia juvenil es cada vez más visible, un triunfo cultural que exige consolidarse. La continuidad del éxito, por tanto, dependerá de que la institucionalidad evolucione con su afición.
Para dar contexto adicional, vale recordar que franquicias de béisbol en ligas profesionales de Estados Unidos han enfrentado retos similares cuando coincidieron con grandes eventos mediáticos como Super Bowl o eventos olímpicos. En esos casos, los equipos han optado por reprogramar partidos, lanzar promociones temáticas o incluso realizar colaboraciones con organismos deportivos nacionales. Esa experiencia muestra que no basta con esperar quietos: hay que anticipar y adaptarse con propuestas que convivan con el gran evento, en lugar de competir contra él.