
Estados Unidos anunció nuevas restricciones de visado dirigidas a familiares y colaboradores cercanos de narcotraficantes, en un intento por endurecer su política contra el tráfico de drogas y reducir el ingreso de sustancias como el fentanilo, altamente letal y vinculado a miles de muertes cada año.
El secretario de Estado, Marco Rubio, explicó que esta decisión se apoya en una sección de la ley migratoria que permite bloquear la entrada a personas consideradas una amenaza a los intereses nacionales. La medida no solo impide el ingreso a territorio estadounidense, sino que también pretende servir como advertencia para quienes apoyan o se benefician de las actividades del narcotráfico.
Rubio subrayó que el fentanilo se ha convertido en la principal causa de muerte entre ciudadanos estadounidenses de 18 a 44 años. Tan solo en 2024, se registraron más de 220 muertes diarias por sobredosis, lo que ha llevado al gobierno de Donald Trump —en su actual regreso a la Casa Blanca— a usar esta crisis como argumento clave para implementar medidas más estrictas.
Según el comunicado oficial, el Departamento de Estado utilizará todas las herramientas disponibles para frenar el flujo de drogas, incluyendo la congelación de activos y sanciones a empresas extranjeras ligadas al tráfico ilegal, basándose en un decreto firmado previamente por Joe Biden en 2021.
La estrategia ahora no solo apunta a los grandes capos del narcotráfico, sino también a sus redes de apoyo, incluyendo familiares, socios comerciales y otros allegados. Las restricciones pueden aplicarse incluso si estas personas no están directamente implicadas en delitos comprobados, siempre que su vínculo con el narcotráfico sea evidente.
Con esta política, Washington busca enviar un mensaje claro a las organizaciones criminales: cualquier vínculo con las drogas —por cercano que sea— puede tener consecuencias migratorias y económicas. La presión internacional ahora se extiende más allá de los cárteles, tocando también a su círculo más íntimo.