
CIUDAD DE MÉXICO.— La extradición de 29 narcotraficantes a Estados Unidos marca un punto de quiebre en la estrategia de seguridad de la presidenta Claudia Sheinbaum, alejándose de la política de “abrazos, no balazos” de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, esto tras un análisis
Analistas en crimen organizado consideran que este giro responde tanto a presiones de Washington como a la necesidad de una estrategia más efectiva contra el narcotráfico.
Armando Vargas, coordinador del Programa de Seguridad de México Evalúa, sostiene que las extradiciones masivas refuerzan un cambio que ya se evidenciaba con los crecientes operativos, detenciones y decomisos de droga en los primeros meses de la administración de Sheinbaum.
Datos oficiales revelan que, en este periodo, las detenciones de criminales de alto perfil se duplicaron en comparación con los últimos cuatro meses del sexenio de López Obrador. Asimismo, el decomiso de fentanilo se incrementó en un 600%.
Un estudio de México Evalúa indica que los operativos de la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas contra grupos delictivos aumentaron un 596% en los primeros 100 días de Claudia, en comparación con el inicio del sexenio anterior.
Este cambio en la estrategia también ha generado críticas de sectores que advierten sobre el riesgo de un posible recrudecimiento de la violencia. Algunos especialistas alertan que una confrontación directa con los cárteles podría derivar en enfrentamientos de mayor intensidad y un aumento en las represalias contra las fuerzas de seguridad y la población civil.
Sheinbaum también enfrenta la presión del presidente estadounidense Donald Trump, quien recientemente declaró a los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas” y amenazó con aranceles del 25% si México no muestra resultados concretos en la lucha contra el narcotráfico.
Sandra Pellegrini, analista de la organización ACLED, señala que el alza en operativos refleja un compromiso del nuevo gobierno con la lucha antidrogas. Según ACLED, se ha registrado un aumento en los enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y grupos criminales, particularmente en Sinaloa, Michoacán y Sonora.
La creciente militarización y la adopción de tácticas más agresivas han despertado preocupaciones sobre posibles violaciones a los derechos humanos. Organizaciones civiles han pedido mayor transparencia en los operativos y han instado al gobierno a garantizar que la lucha contra el crimen no derive en abusos por parte de las fuerzas de seguridad.
Los golpes a los cárteles han derivado en un incremento en los choques armados, debido a la resistencia de las organizaciones criminales. Ante este escenario, expertos advierten que la violencia podría intensificarse conforme el gobierno busque mostrar resultados tangibles en seguridad.
Las extradiciones masivas, como la de Rafael Caro Quintero y otros líderes criminales, se inscriben en este cambio de estrategia. En tan solo dos semanas, Claudia ha extraditado a 40 capos, una cifra que representa casi el 80% del promedio anual del sexenio anterior.
Compara estrategia de seguridad
Armando Vargas compara la estrategia de Sheinbaum con la de Felipe Calderón, quien lanzó la llamada “guerra contra el narcotráfico” en 2007. Según el especialista, más allá de las presiones externas, el gobierno necesitaba diferenciarse del de López Obrador, cuya estrategia mostró deficiencias al permitir el fortalecimiento de grupos criminales.
En paralelo, el gobierno ha reforzado la cooperación con agencias de seguridad de Estados Unidos. Recientes informes indican que la DEA y el FBI han intensificado su presencia en México, lo que sugiere un mayor intercambio de inteligencia para capturar a líderes criminales y desmantelar redes de tráfico de drogas.
A pesar de estos esfuerzos, el impacto real de la nueva estrategia aún está por definirse. Si bien los decomisos y las detenciones han aumentado, el reto principal será garantizar que estas acciones se traduzcan en una reducción sostenida de la violencia y no solo en un reacomodo de las estructuras criminales.
Es bueno ver que se están tomando medidas más firmes contra el narco, pero también hay que tener cuidado. A veces, estas estrategias pueden llevar a más violencia y no siempre garantizan la seguridad que la gente necesita. Ojalá se encuentren formas de abordar el problema sin que eso signifique más riesgo para la población.