Los ríos y canales eran algo de lo más común en la Ciudad de México del pasado. El antiguo Valle de Anáhuac, ubicado en la parte más baja de la cuenca de México era irrigado por 45 diferentes ríos y estaba rodeado de lagos y manantiales y por eso se le consideraba como un “espejo de agua”. Con el tiempo todo esto desapareció. Este es el último río vivo de la ciudad.
El sobreviviente es el Río Magdalena y es el único que conserva su caudal a la vista y corre al aire libre. Los ríos que pasaban por la ciudad se secaron o fueron entubados con la llegada de la modernidad y hoy los conocemos más bien como grandes calzadas y avenidas que conservan sus nombres.
El Río Magdalena nace al sur poniente de la CDMX, en el Cerro de San Miguel, que pertenece al sistema montañoso de la Sierra de las Cruces. Sus aguas corren a lo largo de 20 kilómetros del territorio capitalino, a través del Parque Nacional de Los Dinamos y llega a algunos puntos de Periférico, avenida Revolución y los Viveros de Coyoacán.
Los antiguos ríos de la Ciudad de México
Para finales de la década de los años 30 del siglo pasado, con la expansión de la ciudad fue necesario procesar el agua de los ríos para darle un uso público. Entre los ríos principales que surtían de agua a la capital y fueron entubados tenemos el Río Mixcoac, el Río Churubusco, el Río la Piedad y el Río Consulado. Hoy ya no queda rastro de ellos.
Otros de los ríos principales eran Los Remedios, Tacubaya, Becerra, San Ángel y San Buenaventura. Algunos de ellos también se canalizaron y ya son considerados como ríos muertos porque su cauce desapareció junto con su función ecológica. Para finales de los años 50 la ciudad tenía otros tipos de necesidades debido a la sobrepoblación.
Los ríos le daban su belleza natural a la antigua ciudad, aunque en algunos casos el entubamiento de sus aguas benefició al medio ambiente, pues se usaban como basureros, lavaderos y sanitarios, con lo que se volvían un foco de infección. Canales como el de La Viga y la Acequia Real estaban conectados con el centro de la ciudad desde pueblos como Santa Anita, Xochimilco y Chalco y eran utilizados para el comercio.
El último río vivo de la ciudad
Y así, en nuestro tiempo, el único río considerado como vivo es el Río Magdalena. Todavía se pueden ver sus aguas cristalinas por la zona del bosque templado del Cerro de las Cruces, en el área protegida de Los Dinamos, al suroeste de la CDMX en la alcaldía Magdalena Contreras.
Tiene un flujo permanente y sus aguas también se aprovechan para nuestro consumo. El problema es que el crecimiento de la ciudad no se detiene y la cuenca del Río Magdalena está en un proceso inevitable de deforestación. Algunas secciones de este río también están entubadas, como la que pasaba por la colonia Chimalistac.
Hoy todavía quedan algunos de los puentes de piedra que cruzaban el Río Magdalena por esta zona. Y según dicen, los monjes Carmelitas hacían sus oraciones en ellos hasta que su voz se escuchara más fuerte que el sonido del agua.
Cuidemos nuestro medio ambiente
Cuidar el agua y la naturaleza en general es una de nuestras responsabilidades. Si visitamos cualquier bosque o el mismo Río Magdalena, hay que evitar dejar basura o cualquier tipo de desperdicios por el bien de nuestra ecología. Los desechos corren con las aguas del río y contaminan lo que hay a su paso.
La naturaleza tiene su sabiduría propia y el crecimiento de las ciudades es algo inevitable. Hay iniciativas y programas de limpieza que se preocupan constantemente por la salud de este, que es el último río vivo de la ciudad y que con su naturaleza ayuda al medio ambiente, a la sociedad y a la economía de la capital. Todos podemos ayudar a nuestro modo.
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