5 DE SEPTIEMBRE DEL 2025- INTERNACIONAL. El gobierno de Estados Unidos ha denunciado que dos aviones militares de Venezuela sobrevolaron un buque de guerra estadounidense en el Caribe, calificando la acción como «altamente provocadora». Según un comunicado del Departamento de Defensa, la maniobra se llevó a cabo para «interferir con nuestras operaciones en contra del narcoterrorismo«, una campaña intensificada por la Casa Blanca en la región. El buque afectado fue el destructor USS Jason Dunham, parte de la flotilla enviada por EE.UU. para combatir los cárteles de la droga. La tensión en la región se intensifica, ya que fiscales estadounidenses han acusado al presidente venezolano, Nicolás Maduro, de liderar el «Cartel de los Soles», una presunta red de narcotráfico.
Este incidente se suma a una escalada de acciones y declaraciones en el Caribe, donde Estados Unidos ha reforzado su presencia militar. Apenas dos días antes del incidente, el presidente Donald Trump ordenó la destrucción de una lancha supuestamente cargada de droga, un ataque que resultó en la muerte de 11 personas y que ha sido cuestionado por expertos en derecho internacional. La administración de Trump, a través de funcionarios como el secretario de Estado Marco Rubio, ha manifestado su intención de «librar una guerra» contra el narcoterrorismo, una categorización que no solo apunta a los traficantes de drogas, sino a aquellos que, según Washington, aterrorizan a los países en los que operan.

La escalada de la retórica y la presencia militar
El gobierno de Venezuela, por su parte, ha criticado duramente el despliegue militar de Estados Unidos. El presidente Nicolás Maduro ha advertido que su país responderá si las fuerzas estadounidenses en el Caribe atacan a Venezuela, llegando a prometer la declaración de una «república en armas». Estas declaraciones reflejan la percepción de una amenaza sin precedentes, un sentimiento que se ha visto alimentado por la presencia de buques y aeronaves de combate en las cercanías de sus fronteras marítimas. La situación en el Caribe, históricamente un punto neurálgico para el tráfico de drogas, se ha transformado en un escenario de confrontación política y militar entre ambos países.
La tensión por el narcoterrorismo en la región no es un tema nuevo. Desde hace años, Venezuela ha sido señalada por Estados Unidos como un país que facilita las operaciones de narcotráfico. Las acusaciones contra altos funcionarios del gobierno venezolano han cimentado la narrativa de que el Estado está comprometido con el narcotráfico. Esta narrativa es clave para justificar la intensificación de las operaciones militares y la categorización de la amenaza como narcoterrorismo. El gobierno de Trump busca de esta manera una justificación más amplia para el uso de la fuerza y la intervención, basándose en la idea de que la lucha contra las drogas está intrínsecamente ligada al terrorismo.
La maniobra aérea, que Estados Unidos califica de «altamente provocadora», no es un incidente aislado, sino una manifestación más de la creciente escalada. Venezuela habría utilizado aviones de combate F-16, una acción que busca demostrar su capacidad de respuesta y su rechazo a lo que considera una amenaza a su soberanía. Este despliegue militar, tanto por parte de EE.UU. como de Venezuela, aumenta el riesgo de un enfrentamiento directo. Las declaraciones de ambos lados, cargadas de términos como «guerra» y «amenaza sin precedentes», reflejan la gravedad de la situación y la posibilidad de que un incidente menor pueda desencadenar una crisis mayor con consecuencias impredecibles.

El incidente del buque USS Jason Dunham sirve como un recordatorio de los peligros inherentes a este tipo de confrontaciones. Mientras Estados Unidos persigue lo que describe como operaciones antinarcóticas, Venezuela defiende su soberanía territorial. La situación es compleja, con acusaciones de narcotráfico y terrorismo en un lado, y advertencias sobre la soberanía y la autodeterminación en el otro. El conflicto por el narcotráfico en el Caribe es un tema que continuará evolucionando, con un alto riesgo de escalada a medida que ambas partes se mantienen firmes en sus posiciones.