
El gobierno de Venezuela anunció este lunes el cierre de su embajada en Noruega, apenas unos días después de que el Comité Noruego del Nobel otorgara el Premio Nobel de la Paz a la líder opositora María Corina Machado. Aunque el comunicado oficial de la Cancillería chavista no mencionó directamente el galardón, se limitó a justificar la acción como parte de una «reestructuración integral de su Servicio Exterior» y una «reasignación estratégica de recursos». Esta decisión, que implica el cese de una misión diplomática en el país sede del prestigioso Premio Nobel de la Paz, es interpretada por analistas internacionales como una clara respuesta política al reconocimiento otorgado a la figura más visible de la oposición venezolana.
El cierre de la embajada en Oslo se produce en un momento de tensión, pues el Comité Nobel había elogiado la «lucha de Machado por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia». Este fuerte respaldo internacional a la oposición contrasta con la versión oficial venezolana, que también incluye el cierre de la sede diplomática en Australia y la apertura de nuevas sedes en Zimbabwe y Burkina Faso. Según el canciller Yván Gil, estas decisiones forman parte de la estrategia para «fortalecer las alianzas con el sur global» y defender la «soberanía nacional», lo que subraya un giro en las prioridades de la política exterior venezolana lejos de países tradicionalmente promotores de los derechos humanos y la democracia.

El Nobel como Reconocimiento a la Lucha Interna
La propia María Corina Machado recibió el Premio Nobel como un impulso vital para la causa democrática en Venezuela, dedicándolo al «sufrido pueblo de Venezuela» y al presidente de EE.UU., Donald Trump, por su «decisivo apoyo». La dirigente opositora, quien no pudo competir en las recientes elecciones presidenciales por una inhabilitación judicial, ve el Premio Nobel como un espaldarazo internacional a su lucha por la libertad y como una herramienta para «concluir nuestra tarea: conquistar la libertad». Este reconocimiento pone de relieve la profunda crisis política y social que vive Venezuela, elevando la figura de Machado en el escenario global.
El Gobierno venezolano ha evitado referirse directamente a la distinción. Sin embargo, el cierre de la embajada en Noruega, sumado a un incidente ocurrido en enero donde la sede diplomática en Oslo fue «invadida» y vandalizada por «elementos fascistas» —según denuncias oficiales—, muestra un patrón de deterioro en las relaciones con el país nórdico. La decisión de cortar la representación consular en Noruega y Australia, y de concentrar los recursos diplomáticos en naciones con afinidades ideológicas, confirma una polarización creciente que el Premio Nobel de Machado solo ha exacerbado.
Reorientación Estratégica y Premio Nobel
La «reasignación estratégica de recursos» anunciada por el canciller Gil busca fortalecer las alianzas con países del «sur global», citando la apertura de nuevas embajadas en Zimbabwe y Burkina Faso. Este movimiento refleja una priorización de las relaciones con naciones que el gobierno de Caracas percibe como claves para la «construcción de un nuevo orden mundial» y la defensa de su soberanía frente a las críticas de Occidente. El Premio Nobel de la Paz, con su carga simbólica a favor de la democracia, parece haber acelerado esta reorientación diplomática, enfocando el esfuerzo en aliados ideológicos en África a costa de la presencia en Europa y Oceanía.
