
En #Japón, ya no es raro ver cochecitos de bebé, pero con un perro adentro. Y no, no es un chiste. El país del sol naciente está viviendo una transformación social tan fuerte que las mascotas están ocupando el lugar emocional que antes tenían los hijos. Hoy, hay más gatos y perros que niños menores de 15 años en los hogares japoneses, y eso dice mucho de cómo ha cambiado la vida familiar allá.
Todo esto tiene que ver con un declive demográfico que viene arrastrándose desde hace décadas. En 2024, el promedio de hijos por mujer era apenas de 1.26, muy por debajo de lo necesario para reemplazar a la población. Al mismo tiempo, casi un tercio de los japoneses ya tiene más de 65 años. Con tantos adultos mayores y tan pocos niños, el país se enfrenta a un futuro incierto… y peludo.
Las razones detrás de esta baja natalidad no son simples. Los jóvenes japoneses enfrentan trabajos muy exigentes, mucha presión social y costos altísimos de vida. Con ese panorama, tener hijos ha dejado de ser prioridad. En cambio, los animales de compañía se han vuelto el escape emocional y afectivo para muchas personas solteras o parejas sin hijos.

Y no se trata solo de tener un perrito. En Japón, las mascotas son tratadas como verdaderos miembros de la familia. Tienen ropa, carritos especiales, festejos de cumpleaños y hasta funerales en templos budistas. Hay tiendas y spas exclusivos para ellos, y la industria de productos para animales no para de crecer.
Según la Asociación Japonesa de Productos para Mascotas, el gasto promedio anual por perro supera los 1500 euros. Entre comida especial, atención veterinaria de primer nivel, peluquería y toda clase de accesorios, las familias no escatiman en consentir a sus peludos como si fueran hijos únicos.
Me parece genial que se hable de este tema, porque es algo que nos afecta a todos. Sin embargo, creo que se debería profundizar más en las soluciones y no solo en el problema. Es importante que la gente se sienta motivada a actuar y no solo a preocuparse.