
Emily Blunt, la actriz que interpretó a Emily Charlton en la película original, comparte cómo es regresar al set de rodaje de The Devil Wears Prada 2 rodeada de miradas, flashes y emoción pública. Confiesa que, al filmar en Nueva York, ella y el equipo se sintieron como una especie de atracción en una vitrina. A pesar de eso, lo califica como algo positivo: “nos sentimos como exhibits en un zoológico. Pero está bien. La gente está emocionada”.
El simple gesto de filmar bajo tanto escrutinio revela cuánto impacto sigue teniendo la historia. Emily se mantiene reservada sobre los detalles, respondiendo con un simpático “no puedo decir nada” cuando se le preguntan más datos . Eso refleja respeto por el misterio que rodea a una historia muy querida por el público.
Evolución del personaje y ambiente
En el primer filme, Emily era una asistente estresada y eficiente, pero ahora, en la secuela, ha escalado posiciones. Trabaja en una firma de publicidad de lujo, lo que cambia por completo la dinámica con Miranda Priestly, interpretada por Meryl Streep, que continúa al mando de la revista Runway.
Esta transición no solo representa una evolución de carrera, sino también un cambio de poder y enfoque narrativo. Ahora, Emily ya no está al servicio del imperio de la moda; ahora compite o colabora desde otro frente. Lejos de ser meramente escénico, esto promete aportar profundidad y matices a una historia que muchos creían cerrada.
Apuntes sobre el rodaje y la moda
Uno de los aspectos más llamativos del regreso de Emily al personaje es el contraste entre sus preferencias personales y los rigores de su vestuario. En entrevistas recientes, Emily admite que volver a usar tacones fue un verdadero choque. Prefiere ropa holgada y cómoda en su vida diaria, y regresar a un entorno tan rígido ha sido un «despertar rudo«.
Este detalle habla del compromiso de la actriz con el papel y de las exigencias físicas que implica interpretar un personaje tan glamoroso. Lejos de quejarse, Emily lo cuenta con humor: aprecia la moda, pero la comodidad también cuenta. Esa honestidad añade humanidad al proceso de producción.
Los desafíos personales y profesionales
Alternar entre un entorno de alta costura y un papel dramático en The Smashing Machine —una película sobre la vida de un peleador de MMA— es todo un desafío para cualquier actriz. Emily describe la experiencia como intensa, especialmente por lo emocional e íntima que resulta la historia. Agradece el acceso que tuvo para representar un personaje basado en una historia real.
Ese contraste entre la moda sofisticada y una narrativa dura del mundo deportivo demuestra la versatilidad de Emily Blunt. No se limita a un solo estilo de interpretación; explora desde lo glamoroso hasta lo profundamente humano.
Aunque la nota original se enfoca en las emociones del rodaje y la nostalgia, es importante considerar el contexto más amplio del regreso de esta historia: ¿qué motiva una secuela años después del éxito original? La cultura del cine actual suele buscar la nostalgia, pero esa misma nostalgia puede saturar el valor emocional original si no se maneja con cuidado.
En el caso de The Devil Wears Prada 2, hay señales de que el equipo respeta esa delicada línea. El regreso de todo el elenco original —Meryl Streep, Anne Hathaway, Stanley Tucci, y Emily Blunt— y el guion que ubica al personaje en una nueva posición, sugieren que buscan revitalizar la trama desde una perspectiva nueva, no solo repetir lo ya hecho.
Este enfoque puede ser un caso positivo dentro de un Hollywood que a veces recurre a secuelas sin aportar innovación. Aquí, la historia se expande, los personajes evolucionan, y se mantiene la integridad del original. Eso es un valor agregado y digno de destacar como perspectiva crítica.