
Las elecciones en Bolivia de este domingo dejaron claro que el país se prepara para un balotaje histórico. Con el 92 % de las actas computadas, los resultados preliminares ubican al senador Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), como el candidato más votado con un 32.2 % de los sufragios válidos. Muy cerca aparece el ex presidente Jorge Quiroga, de la alianza Libre, con un 26.9 %. Ambos se enfrentarán el próximo 19 de octubre en la segunda vuelta.
Este escenario marca un cambio de rumbo político en Bolivia, pues la izquierda, que había gobernado el país durante casi dos décadas con Evo Morales y luego con Luis Arce, quedó fuera de la contienda. La salida de Arce del poder será oficial el 8 de noviembre, cuando entregue la banda presidencial al ganador del balotaje. Con ello se abre una nueva etapa para la nación sudamericana, dominada hasta ahora por proyectos de corte progresista.
Paz y Quiroga en la recta final
Rodrigo Paz, senador por la región de Tarija, representa a un sector que busca reposicionar al PDC como una fuerza nacional. Su discurso ha estado centrado en la necesidad de impulsar la economía mediante la inversión privada y la apertura comercial. En contraste, Jorge Quiroga, quien ya fue presidente interino entre 2001 y 2002, apela a su experiencia y promete una “transición ordenada” con mano firme frente a los desafíos sociales y económicos que atraviesa el país.
Ambos candidatos, aunque de derecha, representan visiones distintas de lo que podrían ser los próximos cinco años en Bolivia. Mientras Paz apuesta por un modelo renovado con énfasis en la descentralización y el fortalecimiento de las regiones, Quiroga insiste en recuperar la institucionalidad y en tejer alianzas internacionales más sólidas con Estados Unidos y Europa. Estas diferencias serán clave en el debate público de las próximas semanas.
El valor del balotaje en la democracia boliviana

La segunda vuelta en las elecciones bolivianas no solo definirá al próximo presidente, sino que también se interpreta como un termómetro del futuro político del país. El balotaje permitirá medir el grado de desgaste de la izquierda y la capacidad de reorganización de las fuerzas opositoras. Además, marcará un precedente en la transición democrática, al ser la primera vez en 20 años que un gobierno de corte progresista no se impone en las urnas.
Analistas señalan que la votación del 19 de octubre podría estar marcada por el voto joven, que en estas elecciones representó más del 35 % del padrón electoral. Este sector, con fuerte presencia en las redes sociales, ha mostrado interés en temas como empleo, innovación tecnológica y lucha contra la corrupción. Su inclinación podría definir el rumbo de los comicios, ya que ninguno de los dos candidatos cuenta con un margen amplio de ventaja.






