
Este paso sigue al histórico llamamiento realizado en febrero por su líder encarcelado, Abdullah Öcalan, quien instó a la organización a abandonar la lucha armada y buscar una solución política al conflicto que ha perdurado más de cuatro décadas. Bese Hozat, copresidenta del Consejo Ejecutivo de la Unión de las Comunidades del Kurdistán (KCK), estuvo presente en el acto y destacó que este paso responde al llamamiento de Öcalan y a las decisiones adoptadas en el 12º Congreso del PKK .Además de los miembros del PKK, se hicieron presentes delegaciones de Turquía, Estados Unidos y varios países europeos, lo que subraya la importancia internacional del evento.
Los participantes expresaron su esperanza de que este paso conduzca a la paz y la libertad, generando resultados positivos para el pueblo kurdo, los pueblos de Turquía y Oriente Medio, y para toda la humanidad, especialmente las mujeres y los jóvenes. Por su parte, el portavoz del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP), Ömer Çelik, destacó que la ceremonia representa el primer paso en el proceso de destrucción y entrega de las armas del PKK, con el objetivo de lograr una Turquía libre de terrorismo.Fuentes gubernamentales turcas señalaron que este acto simboliza un punto de inflexión irreversible en el camino hacia un acuerdo de paz y una oportunidad para proteger vidas inocentes y construir un futuro libre de terrorismo.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, expresó públicamente su respaldo a este «importante paso» del PKK, señalando que representa una oportunidad para avanzar hacia una Turquía libre de terrorismo y una región más estable. Por su parte, el portavoz del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP), Ömer Çelik, calificó la ceremonia como un paso inicial fundamental para la destrucción total del arsenal del PKK y el fin de la violencia.
Las autoridades turcas han enfatizado que el proceso debe continuar con la disolución completa de todas las estructuras ilegales del PKK, y esperan que el desarme se concrete en su totalidad para septiembre de este año. Desde Ankara, se ha señalado que el proceso es irreversible y que representa una oportunidad histórica para lograr una paz duradera.
Aunque la ceremonia y el inicio del desarme son pasos positivos, el camino hacia una paz completa es largo y complejo. Existen demandas y expectativas recíprocas que todavía deben ser abordadas por ambas partes. Por ejemplo, sectores dentro de la sociedad kurda exigen reformas constitucionales profundas que garanticen derechos culturales, políticos y sociales, así como la liberación de prisioneros políticos vinculados al movimiento kurdo.
Por otro lado, la situación de las fuerzas kurdas aliadas al PKK en Siria, especialmente las Unidades de Protección Popular (YPG), continúa siendo un punto delicado y un factor que podría complicar el proceso, dada la complejidad geopolítica de la región y las tensiones entre Turquía y otros actores internacionales.
Además, la estabilidad política interna en Turquía y la voluntad política real de ambas partes para cumplir con los compromisos asumidos serán determinantes para el éxito del proceso.
Este proceso de desarme y posible reconciliación no solo afectará a Turquía y a la población kurda, sino que tendrá repercusiones en todo Oriente Medio. La región ha sufrido décadas de conflictos étnicos, religiosos y políticos, y la resolución pacífica del conflicto kurdo-turco podría convertirse en un modelo para la solución de otros conflictos.
Las potencias internacionales han mostrado interés en apoyar la transición hacia la paz, reconociendo que un acuerdo duradero mejoraría la estabilidad regional y disminuiría las amenazas terroristas y los flujos migratorios forzados.
Según el plan diseñado por Abdullah Öcalan y ratificado por el PKK, el proceso de paz consta de cinco fases, iniciando con gestos políticos y gestos de buena voluntad como el desarme simbólico y avanzando hacia la reintegración legal y social de los combatientes kurdos y la reconciliación nacional. El objetivo es que para septiembre se complete la entrega y destrucción de todas las armas.
No obstante, la clave para la implementación exitosa del proceso dependerá de la cooperación mutua, la presión y acompañamiento internacional y la voluntad real de los gobiernos y actores involucrados para superar las desconfianzas históricas.