
CIUDAD DEL VATICANO (EFE).— El papa Francisco emprende el viaje más largo y complejo de su pontificado al visitar Indonesia, Timor Oriental, Papúa Nueva Guinea y Singapur, del 2 al 13 de septiembre, con el objetivo de relanzar el diálogo con el islam, apoyar a las pequeñas comunidades católicas y a los misioneros y poner la atención en las drásticas consecuencias del cambio climático.
A sus 87 años, y con problemas de movilidad que le obligan a usar una silla de ruedas, el Papa regresa a Asia, el continente de la esperanza para la Iglesia católica, y será el tercer pontífice que visite Indonesia, después de Pablo VI en 1970 y Juan Pablo II en 1989.
Visitará el pequeño Timor Oriental, país de mayoría católica, independiente desde hace apenas veinte años, pero marcado aún por la herencia de un sangriento conflicto, se trasladará a la remota Papúa Nueva Guinea, tierra de misioneros, y por primera vez pisará Oceanía y la ciudad-Estado de Singapur, encrucijada de la economía mundial y también una nueva oportunidad de acercamiento a China.
Indonesia, el país de mayoría musulmana más poblado del mundo, con un 86.7% de una población de 277 millones. Aunque los católicos son una minoría, solo el 2.9%, con sus 8 millones, son la segunda población cristiana más grande del sudeste asiático, después de Filipinas, y la tercera de Asia tras Filipinas y China.
Además de los obligatorios actos protocolarios con las autoridades del país, el principal evento de su etapa en Yakarta será la reunión interreligiosa en la mezquita Istiqlal de la capital, a la que se espera que asistan líderes de las seis religiones de Indonesia que están oficialmente reconocidas: islam, catolicismo, protestantismo, budismo, hinduismo y confucianismo.
En este acto, aunque no se sabe si Francisco lo recorrerá, se inaugurará el llamado “Túnel de la amistad”, un paso subterráneo que conecta la catedral católica de Nuestra Señora de la Asunción con la mezquita Istiqlal, que es la más grande del sudeste asiático, y firmará un documento conjunto sobre cuestiones humanitarias, de tolerancia y medioambiental.
La presencia del papa en Yakarta y posteriormente en la frágil Papúa Nueva Guinea también servirá para poner el acento sobre los efectos del cambio climático.
La situación en Yakarta, en la denominada “la ciudad que se hunde”, con una parte de la ciudad incluso por debajo del nivel del mar y donde el hundimiento del suelo también es motivo de preocupación, alcanzando hasta 20 centímetros por año en algunas zonas y todo agravado por el alzamiento de los mares debido al cambio climático, ha obligado al gobierno a trasladar la capital a Nusantara.
Francisco también lanzará la alarma en Papúa Nueva Guinea, que alberga una extraordinaria biodiversidad, que se va amenazada por las catástrofes ambientales aumentadas por la crisis climática, las actividades mineras indiscriminadas y la deforestación incontrolada. Además las islas del país están expuestas al aumento del nivel del mar.
En su deseo de viajar a las periferias del mundo, Francisco viajará a la “periferia de la periferia” al viajar a Vánimo, una localidad remota en la selva de Papúa Nueva Guinea.
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